Blas Jesús Muñoz. La primera Virgen de Córdoba y su provincia en ser coronada fue María Santísima de Araceli. Resta por confirmarse aunque parece evidente que sí su participación, en la Magna Mariana del próximo año. Entre tanto, y a expensas de que este proyecto se haga realidad tangible. En las siguientes líneas les exponemos la historia de su coronación canónica que, tan excelentemente detallada, aparece en su web:
"Como resultado del ambiente
espléndido que, a partir de 1885, supieron imprimir las diferentes juntas o
comisiones constituidas en Lucena para organizar anualmente las fiestas
aracelitanas, en los primeros años del siglo XX, la idea de coronar
canónicamente a María Santísima debió encontrar en Lucena un eco muy favorable,
amplificado por las gestiones que por entonces se realizaban para la
celebración de otras coronaciones de imágenes de singular devoción en diversas
localidades españolas y andaluzas.
Alentados quizás por los devotos
y en especial por los distintos capellanes aracelitanos, fueron los círculos
eclesiásticos de Lucena los que tomaron la iniciativa para el logro de tan
señalado honor hacia María Santísima de Araceli.
La primera noticia conservada al
respecto la constituye una carta de fray Patricio Panadero, de la Venerable
Procuración General de los Franciscanos de España en Roma, fechada el 10 de
enero de 1908, que es respuesta a otra del arcipreste y párroco de San Mateo,
don Joaquín Garzón, en la que este inquiría sobre las gestiones precisas para
alcanzar de la Santa Sede la bula de la Coronación de la Virgen de Araceli.
Es probable que, una vez madurada
la idea, se entendiera fuese necesario hacerla pública en la mejor ocasión
posible. A tal efecto se eligió el último día de la novena de María Santísima
en las Fiestas Aracelitanas de 1910, predicadas aquel año por el canónigo
magistral de la Santa Iglesia Metropolitana de Sevilla el Dr. D. José Roca y
Ponza, quien hizo suya la propuesta animando a los fieles a solicitarla a la
jerarquía eclesiástica.
El día 30 del mismo mes, el clero
secular y regular y un buen número de fieles suscribían una instancia elevada
al Ayuntamiento en la que hacían patente el deseo de coronar canónicamente a la
Patrona de la ciudad. En relación con el atuendo que se pensaba, había de
llevar Nuestra Señora en el momento de la Coronación, era prácticamente unánime
el sentir de que había de ser blanco, bordado en oro, a juego con el vestido
que la Virgen estrenó en 1887.
Un impulso fundamental en el
logro de la coronación provino de la visita a Lucena en las Fiestas
Aracelitanas de 1923, del prelado de la diócesis don Adolfo Pérez Muñoz, que
animó a los lucentinos a perseverar trabajando para el logro de su anhelado
fin. Fruto de este renacido interés fue la constitución de una junta
pro-coronación cuya presidencia ostentó don Juan Fernández de Villalta.
La junta inició inmediatamente el
trámite para el logro de la bula papal, trabajando activamente en la
recaudación de fondos a fin de elaborar las coronas. A partir de la primavera
de 1923 las comisiones recaudatorias de dinero en metálico y de alhajas
funcionaron activamente, por lo que dado el caudal de los donativos se acordó
irlos depositando en una cuenta corriente en una entidad bancaria, al tiempo
que se daba puntual cuenta de los ingresos mediante relaciones nominales
publicadas en sucesivos números de la "Revista Aracelitana".
El día 13 de julio de aquel mismo
año falleció súbitamente don Juan Fernández de Villalta, presidente de la
junta. Su desaparición significó un durísimo golpe al proyecto, entre cuyos
miembros surgieron serias discrepancias. Reunida la junta el día 20 inmediato,
abandonó en principio la prosecución de la labor iniciada, acordando además su
disolución "provisional" hasta conocer el dictamen del prelado de la
diócesis.
La llegada a la capellanía
aracelitana, en 1927, de don Manuel Osuna Torres, que en unión de don Joaquín
Garzón retomó el asunto, aceleró en alguna medida el tema de la Coronación. De
hecho, el nuevo capellán, tras un largo periodo de decaimiento, hizo renacer la
devoción a la Virgen de Araceli. Momentos culminantes de su actividad fueron la
celebración de dos espléndidas romerías al Santuario, repletas de actos, a
comienzos del otoño de 1927 y 1928.
En noviembre de 1932 se iniciaban
gestiones para proceder a la elaboración de las dos coronas. Tras diversas
gestiones se designó al artista sevillano Cayetano González para que diseñara y
elaborase las coronas para María Santísima de Araceli y su Hijo. El 24 de
julio, el orfebre presentó dos diseños distintos de coronas. Acordada la
elección, el costo de la hechura de las dos coronas sería de 14.000 pesetas, de
las que se entregaban 3.000 a la firma del contrato, y las restantes dos
terceras partes conforme lo fuera requiriendo el artífice; recibiendo este la última
suma a la conclusión y entrega de las obras, lo que debía realizarse en Lucena
el 31 de marzo de 1934.
Sobrepasada con creces la fecha
estipulada para la entrega de las obras, aceptada y justificada especialmente
por la calidad del trabajo del orfebre, el día 2 de septiembre del citado año
se produjo la entrega del trabajo a satisfacción de las partes.
Las circunstancias políticas de
la época republicana, la Guerra Civil y sus consecuencias socioeconómicas
impidieron el progreso hacia su logro de la idea de la Coronación Canónica de
María Santísima de Araceli. Fue necesario esperar hasta el 23 de marzo de 1943
para que el entonces alcalde don Francisco Moreno Güez, retomando oficialmente
el proyecto de la coronación canónica de la Patrona, presentó una moción al
Ayuntamiento en este sentido, que la Corporación aprobó de manera unánime.
Sin embargo, el fallecimiento del
prelado Pérez Muñoz dio lugar a una nueva detención en el tema. No obstante, el
proyecto vino a contar con dos importantes valedores: el nuevo alcalde de la
ciudad, don Antonio Delgado Sánchez, y el Rvdo. fray Albino González, recién
elegido prelado de la diócesis. en quien hallaron inmediato eco las instancias
a él elevadas.
El 28 de octubre de 1946, por vía
de urgencia, la Corporación municipal atendía la propuesta de su presidente, el
referido Sr. Delgado Sánchez, para proseguir las instancias tendentes a coronar
a María Santísima de Araceli "cuya Moción se sirvió aprobar por unanimidad
el Ayuntamiento Pleno en la sesión referida" La acción del obispo fue
inmediata y eficaz. El 22 de enero de 1947 presentaba en Madrid al Nuncio de Su
Santidad, la documentación necesaria para el trámite. Las gestiones se
encauzaron a través del cardenal Tedeschini, arcipreste de San Pedro, antiguo
amigo del obispo de Córdoba. El 7 de marzo de 1947 se firmaba en Roma el breve
pontificio de la Coronación de Nuestra Señora.
En cuanto tuvo Lucena
conocimiento oficial del hecho a través de su Ayuntamiento, el alcalde, don
Antonio Delgado, lo comunicaba al pueblo mediante bando, el 12 de mayo,
haciéndolo en los mismo términos al día siguiente la Obra Pía de Nuestra
Señora, invitando a la ciudadanía a adornar e iluminar las fachadas, y a la
celebración al día siguiente, de una Salve y Te Deum en acción de gracias.
Finalizado este acto, una manifestación multitudinaria y espontánea recorrió
jubilosamente las calles de Lucena.
Para promover y coordinar los
trabajos de la Coronación, en mayo de 1947 se constituyó la "Junta de la
Coronación", de la que se derivaron, el 5 de junio de 1947, diversas
comisiones específicas: de estatutos para la Cofradía, de Cultos, de Festejos,
de Hacienda, Recaudatoria, de Propaganda, Cultural, de Beneficencia y de
Alojamientos, que iniciaron de inmediato su labor. En los primeros días de
marzo de 1948 tomó posesión de la alcaldía de Lucena don José de Mora Escudero,
iniciando inmediatas e importantes gestiones relacionadas con la Coronación.
En la mañana del domingo 25 de
abril, la Juventud provincial de Acción Católica, con sus banderas y guiones,
en número aproximado a 3.000 personas peregrinó para, a las cinco de la tarde,
acompañar a con el pueblo devoto, la imagen de María Santísima de Araceli, en
su bajada a la ciudad, siendo recibida en la Puerta de la Mina por autoridades
eclesiásticas, civiles y militares.
El día 2 de mayo, a las diez de
la mañana un solemnísimo pontifical, en el que ofició el excelentísimo y
reverendísimo arzobispo de Granada doctor don Balbino Santos Oliveira:
"... En el lado del
Evangelio, situada sobre un espléndido trono de flores blancas aparecía la
bellísima imagen de la Virgen de Araceli con su rico manto blanco bordado en
oro, pero sin corona [...] Muy próximo a este trono, ocupó un sitial el Emmo. y
Rvdmo. Cardenal Dr. D. Pedro Segura Sáez, arzobispo de Sevilla, asistido por
los muy ilustres señores D. José Padilla Jiménez, deán de la S.I.C. de Córdoba
y don Félix Romero Mengíbar, canónigo magistral. Enfrente se situaron los
prelados de Granada, Jaén, Cádiz y Córdoba [...] En un lugar preferente estaba
el Excmo. Sr. Ministro de Agricultura, D. Carlos Rein, representante del
Caudillo en la ceremonia de la Coronación.
El templo estaba totalmente
ocupado por personas procedentes de todos los puntos de la región, entre los
que se encontraban gran número de sacerdotes y miembros de Ordenes religiosas.
Durante la ceremonia el Coro Easo, de San Sebastián, interpretó brillantemente
la Misa de Bartolomeus, a cuatro voces, dirigida por el Maestro de Capilla de
la Catedral de Sevilla don Norberto Almandoz. Al final cantó el himno a la
Virgen de Araceli, dirigido por el maestro Angel Galarza, director del coro y
acompañado al piano por su propio compositor D. Luis de Aramburu [...]
Terminada la función religiosa,
organizóse una procesión para conducir la imagen de la Virgen de Araceli al
lugar donde había de ser coronada. Abría la marcha la cruz parroquial, a la que
seguían los miembros de la Cofradía de la Virgen, clero regular y secular. A continuación
iba el trono de María Santísima de Araceli, llevado a hombros por componentes
de la Junta de la Coronación. Detrás seguía su eminencia el cardenal Segura y
los prelados de Granada, Dr. Santos Oliveira; de Cádiz, Dr. Gutiérrez; de Jaén,
Dr. García de Castro; y de Córdoba, Dr. Fray Albino González, y cerrando el
desfile las primeras autoridades.
La corona de oro de la Virgen era
portada en una bandeja por el Alcalde de la ciudad, D. José de Mora, y la del
Niño Jesús, que lleva en brazos Nuestra Señora de Araceli, era llevada por el
Excmo. Sr. Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento de Córdoba D.
Alfonso Orti Meléndez-Valdés (...) En la fachada exterior de la iglesia de San
Mateo fue instalado un gran tablado para el acto de la coronación, adornado con
tapices y banderas nacionales [...]
Al llegar el trono de la Virgen a
este lugar, fue depositado en lo alto del tablado, ocupando los prelados y las
autoridades sitios preferentes. El capellán de la Virgen, Rdo. D. Manuel Osuna
dio lectura al Breve de la Santa Sede por el que se concede la Coronación
canónica. En este momento descargó un fuerte aguacero, a pesar de lo cual todo
el público, dando muestras de su auténtica devoción y fervor, no se movió de
sus puestos.
Rezadas las preces, el cardenal
Segura y el ministro de Agricultura, subieron a una plataforma superior.
Primero, el ministro ofreció a Su Eminencia la corona del Niño Jesús, del mismo
estilo y características, aunque de tamaño más reducido al de la Virgen y el
Cardenal se la impuso. Acto seguido colocó sobre la frente de la Virgen de
Araceli la hermosísima corona. El instante fue de extraordinaria emoción que no
pudo disminuir la lluvia, al tiempo que la Banda de Música del Regimiento de
Infantería interpretaba el Himno nacional y las campanas eran echadas al
vuelo."
Recordatorio La Virgen de los Dolores: La coronada de la capital más antigua de la Magna