En plena época estival me surgen reflexiones que me gustaría compartir
con todos los lectores. Hace no mucho tiempo, un amigo, a quien considero
hermano puesto que compartimos sangre verde, me decía que el mundo de las Hermandades
es muy ingrato. Nadie agradece nada, y quizá esto no sea negativo totalmente.
Me dio el gran consejo de que todo lo que hiciera fuera en beneficio de
nuestros amados titulares, y que me olvidara del resto.
Ello me lleva a pensar que nadie es imprescindible en las Hermandades,
desde las de más reciente creación hasta las más antiguas. Y es que, piensen,
la cantidad de personas que pueden haber desfilado por corporaciones que
cuentan su historia por siglos, y ahí siguen sus titulares. Ellos son los únicos
imprescindibles, conviene tenerlo siempre muy presente. Cuando aceptamos formar
parte, o más bien, ser una Hermandad, hemos de echar la vista atrás y pensar en
toda esa gente que ha ido labrando el camino que nos ha llevado exactamente al
punto en el que nos encontramos hoy. Debemos respetar nuestro pasado y ser
conscientes de que en las Cofradías, como en la vida, estamos de paso.
Prestamos un servicio, el que sea, sacrificamos nuestro tiempo, familia, amigos
y trabajo en pro de nuestro Cristo y nuestra Virgen.
Si perdemos la perspectiva de todo ello, y cometemos el error de pensar
que somos imprescindibles dentro de una corporación, a buen seguro Dios nos
dará una sacudida que nos hará ver que polvo somos y al polvo volveremos. Lo
único esencial, nuclear e imprescindible son nuestros sagrados titulares, y
todo habrá de girar en torno a ellos. Si pretendemos que otros giren en torno a
nosotros… Estaremos alejándonos del sentido cristiano que sin duda hemos de
perseguir. Así que es hora de dejar los altares para nuestras devociones y
trabajar todos a nivel del suelo, con la certeza de que estamos de paso. Porque
sólo así esto de las Hermandades tendrá sentido, si somos conscientes de que el
don de la imprescindibilidad no está hecho para nada relacionado con lo cofrade.
Como decía Jesús, amemos, demos, trabajemos sin esperar nada a cambio de nadie.
José Barea
Fuente Fotográfica
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