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domingo, 7 de septiembre de 2014

Candelabro de Cola: Hace 83 años


Tras desearles que el principio de curso haya sido todo lo bueno que pueda resultar en sí un principio de curso paso a anunciarles que en el Candelabro de Cola de hoy hablaremos de política. Pero no del Gobierno de nuestras Hermandades y Cofradías, que en el último mes ya se ha visto suficientemente salpicado por la cera ardiendo que manó desde el interior de nuestras tulipas. No. Hoy la actualidad nos obliga a hablar del futuro del Gobierno de la nación y, por consiguiente, del futuro de la nación en sí y del de sus ciudadanos. Y es que las últimas encuestas de intención de voto publicadas por dos grandes periódicos de tirada nacional han arrojado resultados francamente sorprendentes, al menos para quien escribe estas líneas. En ambas Podemos se sitúa como tercera opción política, pisando de cerca los talones del PSOE –segunda fuerza-. Y qué quieren ustedes que yo les diga… que ya puede decir Pablo Iglesias misa (de hecho tiene el apellido idóneo para ello) y que tiene incluso amigos que son sacerdotes que a mí esta gente no me gusta ni medio pelo de coleta. No nos vamos a engañar: el notable respaldo a Podemos por parte de la ciudadanía no se debe a méritos propios. Estos, por el momento, no pasan de articular un discurso tan idealista como ambiguo de trasfondo rancio tanto en televisión como en aulas universitarias (lo cual no es difícil constatado el nivel educativo medio del personal). No. El éxito de Podemos es básicamente responsabilidad de los dos grandes partidos que se han alternado en la Moncloa desde 1982: PSOE y PP – PP y PSOE (tanto trinca… digo, tanto monta). En definitiva el panorama que se presenta no es nada halagüeño y aquellos que creían que los simpáticos cabecillas de Podemos –Iglesias, Monedero & Co.- iban a experimentar el efecto gaseosa tras las elecciones al Parlamento Europeo celebradas hace escasos meses parecen, por el momento, errados en sus pronóstico… Y ojalá me equivoque, que nada me haría más feliz, pero creo que va a ser que no.


Todo esto es muy mala noticia para los que, independientemente de nuestras ideologías políticas, profesamos la fe cristiana. ¿Por qué? Pues es bien sencillo: porque no hay nada que atente más contra el principio de libertad que el poder de extrema izquierda. Y Podemos, que nadie se lleve a error por los cantos de sirena de regeneración democrática y cambio, es extrema izquierda pura y dura. Tan nociva como lo es la extrema derecha. Ya pueden sus dirigentes vestir la mona de tul o de seda, que al final mona se queda. Alguien que ha servido de asesor al muy “democrático” régimen chavista o que da todos los saltos y rodeos posibles para no admitir que el régimen de Cuba es una DICTADURA como la Catedral de Burgos, apesta a extrema izquierda. Por tanto insisto en que no les quepa a ustedes la menor duda de que si Podemos llegara al poder –Dios no lo consienta- tanto ustedes como yo veremos reducidas –cuando no erradicadas- nuestras libertades fundamentales –por supuesto la libertad de culto, claro-. Y si no, ¿a qué viene la propuesta de regulación de los medios de comunicación por medio de mecanismos de control público? ¿A cuenta de qué el apoyo a la “ley mordaza” –Ley Orgánica de Comunicación- aprobada por el Gobierno de Rafael Correa en Ecuador? En definitiva y para resumir: todo el problema que los dirigentes de Podemos “perciben” en el país es que hoy por hoy quien detenta el poder no son ellos mismos. Es decir, el problema no es tanto la cacareada “casta”, cuanto que “la casta” no soy yo.

Llegados a este punto, señoras y señores del PSOE y del PP, creo que ya están ustedes tardando en articular su reacción. Urge ponerse a trabajar de verdad por el bien del país y de sus ciudadanos. Los primeros podrían empezar por rescatar la “E” de Español de sus siglas para taponar la sangría de votos que las políticas de Rodríguez Zapatero y sus delirios republicanos les trajeron y que aún siguen coleando. Ambos partidos deberían preocuparse por acometer una limpieza interna en profundidad y por tratar de orquestar un modelo de sociedad y, por ende, de funcionamiento interno, inspirado en valores. Urge recuperar la visión de centro y no jugar más a polarizar la sociedad en derecha – izquierda. Asimismo no sería en absoluto mala idea recuperar un modelo educativo fundamentado en la meritocracia y más exigente en contenidos (si además fuera único en lugar de uno por Comunidad Autónoma sería ya excelente). La máxima de “pasen y llévense un título sin esfuerzo” no sirve para nada. Bueno sí: para generar un rebaño de borregos sin opinión crítica alguna fácilmente manipulable. Rebaño que luego escucha, cree y vota al primer telepredicador trasnochado que aparece en televisión hablando como si acabara de descubrirnos el Mediterráneo. Reconciliar, no confrontar y educar bien la población puede ser parte de la solución a gran parte de los problemas que el Estado tiene sobre la mesa.

Heinrich Heine, poeta alemán, dijo: “allí donde se queman libros se termina quemando a los hombres”. Aquí lo comprobamos hace ya 83 años, cuando la nada democrática II República (recordemos que su proclamación se produjo tras unas elecciones municipales que no ganaron los partidos republicanos) comenzó su “brillante” andadura con la quema de conventos (en nuestra ciudad ardió San Cayetano), prólogo a la persecución religiosa que se iba a desarrollar en nuestro país de mayo de 1931 y el 18 de julio de 1936, en una primera fase y desde esta fecha hasta marzo de 1939 en el transcurso de la guerra civil. Francamente, solamente de pensar en que existe una posibilidad, por mínima que parezca, de retrotraernos a lo acaecido hace ochenta y tres años me da escalofríos. Y ustedes dirán que esto es impensable en los tiempos que corren. Claro, y si hace veinte años nos hubieran contado que Rusia estaría a estas alturas intentando anexionarse Ucrania, ¿qué habríamos pensado?

Marcos Fernán Caballero












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