Harto.
Harto hasta despertar el rugido de una indignación monumental tornada después
en impotencia. Harto de saber que, nos pongamos como nos pongamos, el mundillo
cofrade de nuestra ciudad –igual que ocurrirá en tantas otras, pero eso no
viene hoy al caso- no tiene remedio. Harto hasta decir basta. Harto hasta la
náusea.
El
nuevo despropósito cofrade (que de haberse producido unos meses antes hubiera
ido directo a la recopilación de barbaridades expuestas en nuestro Candelabro de Cola) del que hemos tenido conocimiento esta semana ha sido la carta que un
grupo de costaleros de Ntro. Padre Jesús del Calvario y Ntra. Sra. del Mayor
Dolor ha remitido al párroco de San Lorenzo -Consiliario de la Hermandad- y a
la propia Junta de Gobierno como consecuencia de la destitución del que ha sido
capataz de la Cofradía durante más de veinte años, D. Fernando Chiachío.
Verán
ustedes: no tengo el gusto de conocer al señor Chiachío ni de vista, aunque
estoy convencido de que debe ser una excelente persona que muy posiblemente ha
desarrollado una gran labor en su Hermandad. Si no hubiera sido así seguramente
no habría sido capataz de la misma durante más de dos décadas. Por tanto nada
tengo contra él. Pero me van a permitir ustedes que, con todo lo que viene
cayendo en la Cofradía del Calvario antes, durante y después de las últimas
elecciones, que lo único que consiga enfadar a los hermanos –aunque sea a un
grupo de ellos- sea la destitución de su capataz, es para que todos nos lo
hagamos mirar.
Les
aclaro que no pretendo usar estas líneas para defender a la actual Junta de
Gobierno de la Hermandad del Calvario, de la cual tampoco tengo el gusto de
conocer absolutamente a nadie. Pero quiero recordar que, considerando la cita
textual del escrito del grupo de costaleros, “la junta de gobierno es
soberana y tiene potestad para tomar este tipo de decisiones”, queda todo dicho. Me parece fenomenal que
ustedes expresen públicamente el malestar con la adopción de esta medida de su
Junta de Gobierno. Pero a fin de cuentas solamente se ha prescindido de los
servicios de un capataz. Al señor Fernando Chiachío no le han expulsado de la
Hermandad, no le impiden participar en los actos de la misma y tampoco se han
limitado sus derechos en modo alguno. Por consiguiente el mismo será libre de
participar en la Estación de Penitencia de la Hermandad el próximo año cogiendo
un cirio (sería un magnífico ejemplo) o el costal… o de no hacerlo de ningún
modo. En definitiva: el mundo sigue girando por más que algunos no lo conciban.
A mi parecer resulta penoso comprobar que este tipo
de iniciativas de protesta pública surjan casi de manera exclusiva como
consecuencia de movimientos en el mundo del martillo. Porque claro, por todos
es sabido que, en los últimos tiempos, en la Cofradía del Calvario, como en tantas otras Hermandades
cordobesas:
- el estado de la tesorería de la Cofradía es boyante.
- la obra social desarrollada es sencillamente espectacular.
- el proceso de elecciones a Hermano Mayor ha sido totalmente impecable.
- no se ha perdido un número notabilísimo de nazarenos.
- el guión procesional, al igual que el paso de palio, está completamente terminado.
- los horarios en los que la Cofradía está en la calle transitando completamente sola como consecuencia de la decisión de hacer Estación de Penitencia en la Santa Iglesia Catedral no merecen debate alguno.
- el barrio en que la misma está radicada es idóneo para crecer.
Asimismo la existencia en una red social de un
perfil denominado “Plataforma Dimisión Junta de Gobierno
Hermandad Calvario Córdoba” pone de
manifiesto que, a todas luces, la Hermandad es una auténtica balsa de aceite en
la que lo único capaz de perturbar la paz es que el capataz ha sido destituido.
Manda bemoles.
Ojalá las próximas generaciones de cofrades sean
más responsables y maduras que las actuales. Aunque, ¿qué quieren que les diga?
Con el ejemplo que las actuales damos constantemente complicado se me antoja
que las venideras las conformen personas íntegras capaces de estar a la altura
de las circunstancias en todo momento.
ANEXO: Respecto al artículo “De confusiones y actos dignos de poner el grito en el cielo” que publicamos en esta misma sección el pasado 21 de septiembre, aclarar a nuestros fieles lectores que nos podemos felicitar de la retirada de la bicicleta del interior de San Andrés, así como de la limpieza del “trastero” que se ubicó tras la capilla actualmente utilizada por la Hermandad de la Esperanza. No obstante, en el exceso de celo con que alguien se debió emplear, curiosamente se ha eliminado el cartel que hacía alusión al lienzo de Ntro. Señor de los Reyes (del siglo XVIII), triste e incomprensiblemente tapado con la actual decoración de la capilla. Para que nadie olvide este despropósito, en Gente de Paz nos hemos propuesto recordar semanalmente en esta sección cómo se trata en Córdoba nuestro patrimonio sagrado, artístico y cultural. Y así seguiremos hasta el final de esta sección o hasta la recuperación de esta pintura que en el pasado tuvo Hermandad propia, lo que antes tenga lugar. HE DICHO.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: La Magna Mariana a debate