Blas Jesús Muñoz. A nadie que repase un poco la historia se le escapa que la Contrarreforma que surgió en el seno de la Iglesia como repuesta a Lutero tuvo mucho que ver, de cara a la fisionomía que cobraron las cofradías.
No es algo tangencial. Ni siquiera parte de un pasado glorioso. Es lo que define el cuerpo mismo de nuestras corporaciones en su esencia. Qué no es poco.
Será el proximo lunes, según avanza eldiario.es, cuando el Papa Francisco anuncie su reforma de la curia. Una reforma que tendrá un marcado carácter renovador, aperturista y adaptado al mundo actual. Ello no quiere decir que la Iglesia renuncie a su magisterio, sino que lo renueva y actualiza.
Una reforma sustancial que alcanzará a "mujeres, matrimonios y laicos, quienes serán protagonistas de la reforma de la Curia. Francisco pretende una absoluta revolución en los órganos de poder del Vaticano, que por primera vez en la historia dejarán de estar únicamente en manos de obispos y cardenales".
"Más adecuados para la educación a la castidad, la preparación al matrimonio, el acompañamiento a los esposos en sus primeros años y la ayuda que requieren los divorciados y los hogares monoparentales".
Reformas que van dotando de una nueva línea de perspectiva a esta nueva Iglesia, donde Francisco considera lo delitos penales como tales y no solo canónicos. Donde se busca el acercamiento de todos. Donde deberían tomar buena nota las cofradías y sus dirigentes para actualizar su mensaje. Donde la caridad se torna generosidad y donde -sirva un minúsculo ejemplo- en respuesta a un artículo no se pregunta por la situación personal de nadie. En esas estamos.
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Recordatorio El Cirineo: Coger el toro por la mitra
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