Los motivos para iniciarse de costalero tenían que ver con lo que después los mantenían durante años en esa labor, de modo similar por tanto a lo que hemos encontrado en los costaleros actuales.
La necesidad económica llevó a una parte de ellos a introducirse en el costal. Valga como muestra el caso de quien empezó a sacar pasos porque con 16 años necesitaba 300 pesetas para pagar la deuda que su familia tenía con la dueña de la casa de vecinos que habitaban, evitando así que lo echaran de ella. Por mediación de un compañero de trabajo -"El trigo"- , costalero de Rafael Franco Rojas, logró que éste lo admitiera en su cuadrilla. Cuando tras la Semana Santa fue a cobrar vio que con las cuatro cofradía que le habían dado no le llegaba a las 300 pesetas que necesitaba, pero Rafael Franco le dio un sobre con esa cantidad, diciéndole que al día siguiente le tendría que enseñar los recibos si quería volver a ponerse delante de él. Así lo hizo y siguió durante muchos años en su cuadrilla de los "ratones" - llamados así por su baja estatura.
En otros hombres el inicio ocurría por la atracción que le ejercía el mundo del costal, muchas veces por la influencia de padres y abuelos costaleros o por el entorno donde vivían o se movían, fuera el barrio o lugar de trabajo. Un entrevistado nos contaba cómo desde que su hermano y él tuvieron unos siete años lograban que el padre costalero les dejase acompañarlo, yendo ambos tras la última trabajadera -bajo el manto de la imagen de la Virgen de que se tratase- , ocultándose a veces entre los costaleros de la corriente y trabajaderas medias para evitar que les impidiesen seguir con el paso en la Carrera Oficial. "Conocí de costaleros a mi abuelo, a mi padre, a mis tíos, a primos mío... como para no salir yo de costalero" nos contaba un entrevistado; por eso cuando con 15 años se puso el costal para llevar su primer paso , se sentía de tal forma que no hubiera sido igual si le "hubiera tocado el gordo de la lotería". Otro costalero nos contaba que empezó porque se sentía muy de su barrio y quería sacar su cofradía. También la amistad con algún costalero era una vía para iniciarse. En todo caso, en los años finales de la época antigua a los que nos referimos, entrar en una cuadrilla era difícil: las cuadrillas se renovaban poco pues debido a la fuerza de las razones o motivos que los mantenían en activo, sus componentes seguían hasta bastante mayores -en algunos casos por encima de los 60-. Y en los que entraban habían distintas edades, comenzando algunos a los 16 y 17 años o incluso antes -un entrevistado nos contaba que empezó con 14 años-,entrando la mayoría por conocer a algún miembro de la cuadrilla.
También la devoción o sentimiento religioso llevaba a algunos a iniciarse en ese mundo, normalmente en cumplimiento de alguna promesa hecha para obtener alguna gracia, como fue el caso de uno de nuestros entrevistados. Eran los que -como les decían- ibas "de promesa", siguiendo algunos en el oficio al encontrar otros alicientes. Una denominación -"de promesa" o "de penitencia" -que los costaleros antiguos solían extender a aquellos que se acercaban a las trabajaderas desde extracciones socioculturales a económicas superiores a la baja, mayoritaria entre ellos.
Extracto del libro: ¿Locos del costal? Aproximación psicológica al costalero
Autor: Rafael Moreno Rodríguez y Moisés Ríos Bermúdez
Editorial: Abec editores.
Recordatorio Capataces y Costaleros: Cuadrillas con poca calidad