Todo sucedió por la Encarnación, camino de Sor Ángela. Amanecía al Viernes Santo con la incertidumbre natural de cada mañana. Sin embargo, como un preludio feliz del final necesario, el sol no se pudo resistir a iluminarle la cara. Y, ahí, sin miramientos me ató el corazón a la garganta y, sin un solo aviso, llevó mi maltrecho espíritu de San Lorenzo a San Gil para establecer un camino perpetuo de ida y vuelta.
Así descubrí a la Esperanza para siempre y aquella mirada me arrebató para hacerme entender a miles de generaciones invisibles que se prendaron más que yo, que fluctúan en la atmósfera invisible que orbita en el aura mística que la acompaña a cada instante.
Hoy cuando el amanecer me señale el camino de cada mañana será lo mismo, pero no igual que cada día. La Esperanza, Macarena, estará en la incertidumbre del horizonte para mostrar el sendero predicho de este mundo lleno de caminantes. Porque Ella siempre está en cada amanecer a nuestra vera. Porque Ella es la Estrella de cada Mañana.
Blas Jesús Muñoz