Blas Jesús Muñoz. Unas doblan a muerto y otras huelen a cadáver. Pero hoy abordaremos a las primeras, pues merecen una reflexión sosegada de lo que está ocurriendo en los últimos años.
No hace tanto, valorando el tiempo bajo parámetros historicistas, que hubo quien redescubrió a Gámez o De la Vega. Aquella salida del baúl hipócrita en que los habían encerrado las modas, trajo consigo la reaparición otros apellidos de compositores tan ilustres como Álvarez Beigbeder, por ejemplo. Y esa primera fascinación se convirtió en obsesión hasta el punto de que más de uno, y de dos, se creyó su propia mentira.
Los recuperadores -algún que otro músico para ser exactos-, se creyeron dioses olímpicos y pareciera que solo ellos tenían derecho a nombrarlos y a tocar sus composiciones (el equivalente de la sola fe luterana).
El problema vino cuando algunas de las hermandades para las que su banda toca, tienen que ver a ese estilo musical, digamos de corte clásico, lo mismo que Paulina Rubio a la literatura de la Generación Perdida americana. Así, y YouTube no es mentiroso, puedes ver a una Virgen, que siempre ha destacado por la alegría de las marchas que se le tocan, en Carrera Oficial camino de un Viernes Santo precipitado.
Sin embargo, a los responsables de la recuperación divina no parece preocuparles, pues como monarcas ilustrados deben considerar que el pueblo es tan ignorante que ellos han sido llamados por el Altísimo para educar a esos pobrecitos pardillos.
Luego hay formaciones y/o agrupaciones (no confundir con la de cofradías) que un buen día decidieron abrazarse a autores sumamente clásicos. Autores de una calidad incuestionable. Si bien, el problema estaba en el mismo sitio. Las hermandades para las que tocaban no encajaban en ese estilo y, al contrario que el pueblo fiel, a éstas no se las educa en la medida que pagan. De tal suerte que, al final, con un estilo tan cultivado empezaron a perder cofradías hasta el punto de que la cuenta en la capital se ciñe, a estas alturas, a dos corporaciones solamente.
Habría que preguntar a los responsables más de una y de dos determinadas cuestiones. Habrá que ver si aceptan el reto.
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Allegro ma non troppo
