Blas Jesús Muñoz. Hay obras que impresionan a un primer golpe de
vista. Con el tiempo, se va profundizando en el detalle, en los certeros
golpes que dejó la gubia, en los volúmenes, policromía, rasgos... Y es
que el arte de la imaginería es capaz de cautivar, con su estética
puramente visual, a primera vista.
Algo así ocurre
con la nueva escultura del Doctor, San Juan de Ávila, que el imaginero
jiennense Mario Castellano Marchal ha realizado para la Parroquia
consagrada al Santo del barrio sevillano del Tiro de Línea.
La
imagen fue bendecida a finales del pasado mes de junio (día 26) en un
acto presidido por el Párroco José Capitas, quien bendijo esta nueva
obra en la que se aúnan capacidad técnica, así como una fuerte carga
devocional.
Mario Castellano
Escultor
e Imaginero nacido el cuatro de noviembre de mil novecientos ochenta en
Jaén. Desde la infancia sueña con plasmar el Rostro Divino de Jesús de
Nazaret y la mirada maternal de la Santísima Virgen María. Es hermano,
desde la infancia, de la Hermandad del barrio de la Alcantarilla, que
rinde culto a Jesús de la Piedad y a María Santísima de la Estrella,
pilares fundamentales en su vida.
Lo que para
algunos era un juego de niño se confirmó con los años como una vocación
con dedicación plena. Ya a la temprana edad de seis años, asiste al
taller del escultor, vecino y amigo Constantino Unguetti, por mediación
de su primer ejemplo de artista, Tomás Lendínez. A los once, comienza a
viajar a la vecina Córdoba en busca de aprendizaje de sus dos maestros y
luego amigos, Antonio Bernal y Francisco Romero. Pronto, los viajes se
extienden a Granada, Cádiz y Sevilla, con la inquietud de conocer en
profundidad la imaginería andaluza.
A los
dieciséis años, se traslada a la ciudad de Córdoba para compaginar los
estudios en la Escuela de Artes Mateo Inurria con la asistencia diaria
al taller de sus maestros ya mencionados, Antonio y Paco. A
continuación, pasa dos años en Sevilla , lugar donde siempre había
soñado prolongar su aprendizaje entre artistas y obras magistrales,
antes de partir a la ciudad de Salamanca a estudiar Bellas Artes. Con
veinticinco años, se licencia en Bellas Artes y regresa a Sevilla para
cursar el Doctorado en la Hispalense y colaborar como asistente
honorífico en el aula junto al catedrático Juan Manuel Miñarro.
Desde
los primeros trabajos realizados en su niñez para las Cruces de mayo,
hasta los más recientes, ya para Hermandades, el escultor insiste en
haber sentido la misma ilusión requerida para dar a su obra eso que
algunos llaman “alma”. En Sevilla, capital de su oficio, tiene
establecido su taller, donde en la actualidad lucha para extender un
estilo jiennense entre artistas puramente sevillanos.