Juan Antonio Martínez. Yo no creo en los premios que te dan cuando la has palmado o te falta poco ni en los homenajes que te dan los palmeros que no te quieren bien, pero que les interesa tenerte contento y que te creas un dios en la tierra. De becerros de oro, por mucho que nos disguste, están las hermandades llenas. Y de becerros que no son de oro pero da igual, qué carajo. Así nos va de bien que cualquiera se cree que es alguien. Miren en Cádiz, el alcalde perpetuo es el Nazareno de Santa María y va rodeado de varas y caretos de políticos buscando la cámara como quien busca que llueva café del campo, aunque que los graben es más sencillo si tienes a sueldo a cámara. A veces no hace falta ni ser político ni tenerlo a sueldo para que te enfoque y te pase la mano por el lomo, cual si fueras un perrillo que solo enseña los dientes si intentan atacar a su amo. Estos son los premios y los reconocimientos y para eso sirven.
No creo que al Rescatado le haga falta una medalla para ser más de lo que es en Córdoba. Pero que no le haga fata no quiere decir que no se la deberían haber dado hace mucho tiempo. Tampoco le hacen falta varas y caretos paseándose ni golpes de pecho en la puerta de los Trinitarios. Por eso no se la habrán dado todavía y porque sus hermanos trabajan con devoción y humildad y no se ponen a jugar a las cofradías con los mamotretos que abundan por Córdoba. Él se la merece, pero no le hace falta porque tiene el cariño de su pueblo cada Domingo de Ramos y cada viernes del año. Otros tienen que hacer quinientas salidas extraordinarias para que la gente sepa que existen, pero pregunten a cualquier cordobés de verdad (a mí no que soy de fuera, aunque adoptado) y verán como es verdad lo que les digo. Ahora quieren recoger firmas para que le den lo que merece. La mía es la primera, pero que firmen también y pongan su nombre clarito a los que se les debería caer la cara de vergüenza por no haber reconocido con una medalla lo que es el Rescatado: El Señor de Córdoba.
Recordatorio Enfoque: 25 Años de Redención