Blas Jesús Muñoz. Este romance no contiene rima sino son, mecida y de rachear los pies que conduce al cielo mismo de la tarde. Este romance es un reconocimiento, en verso libre, al capataz que dejó sus mejores años al frente de los pasos que lo vieron consagrarse.
Este romance no va por una despedida. El capataz, como el torero, ni se corta la coleta ni deja de ser lo que es en su esencia metafísica. Este romance no está dedicado porque se haya atrevido y dolido al dimitir o, quizá, porque haya sido de los pocos que se atreven a dar el paso.
Este romance no va porque, delante de un paso, el capataz sea como un faraón de porte regio, sereno, seguro. Ni se construye por la casi veintena de martillos enlazadoa al tiempo que tocara.
Este romance va por Javier Romero. Un capataz que ha marcado una época en una ciudad mas compleja que la urbe donde alberga el Dios que a ambos nos miró de frente. Este romance, este reconocimiento va por ti maestro.
Recordatorio La Chicotá de Nandel: ¿Me alegro? ¿No me alegro?
