Suspira el querubín escondido entre las velas de un altar de cultos mercenario que otros que antes no eran hermanos hicieron por los que ahora lo son. Y suspira oculto porque la Cuaresma es de velas y capataces que dicen, que dijeron hablar con los amigos del Ángel para que no hablasen de él y en verdad él no habló con ellos.
Suspira el alado porque los ensayos son duros y cae mucho peso para algunas cuadrillas para las que la convocatoria de un ensayo tiene menos éxito que pedirles que paguen la cuota de hermanos y la papeleta de sitio.
Y el Ángel resopla pensando si cierta hermandad que habla en su boletín de la alegría del perdón tendrá seguro de daños a terceros para la cuadrilla, el capataz y los coches que se rallan en los ensayos. El querubín con su suspiro puede que lo repare.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Mira y remira y vuelve a mirar