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miércoles, 11 de marzo de 2015

Entre la Ciudad y el Incienso: Lo efímero


Blas Jesús Muñoz. Existen momentos puntuales en que se produce la conjunción perfecta y, de improviso, la emoción fluye como un manantial inagotable de sensaciones. Algunos no llegan a ser, mientras otros suceden una vez en la vida como las gotas de un elixir, calculadamente, derramado.

La cuadrilla, la calle, el público, la música... Un millar de factores con el denominador común de la Imagen como origen y destino del creyente que la admira, la ensueña, le implora, la asume como parte de su propio ser. Y, en cualquier rincón, surge una chispa que, por efímera, no dejará de erigirse en una llama de amor sincera.

Las marchas se suceden a la voz de un antiguo capataz. Entre tanto, el Señor del Perdón avanza ganando, a cada paso, un trocito de fe a cada uno de los allí presentes. El pentagrama sigue su curso como si fuese infinito, mientras la voz que dirige alienta a los costaleros. El tiempo se contrae ante Anás y la Bofetá cobra resonancia en el Hombre, en el mundo mismo que la recibiera. La chicotá es eterna, inalcanzable. El Señor del Perdón la conserva en su rostro, como una certeza más de cada Miércoles que nos aguarda.











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