Blas J. Muñoz. Nunca se fue, eso está claro, pero la designación de Juan Berrocal como máximo responsable de las respectivas cuadrillas de la Hermandad del Resucitado volvía a traer a la primera línea a uno de los capataces que marcaron, sobre todo, el principio de la década de los dos mil, cuando la cuadrilla de Humildad y Paciencia alcanzaba las mayores cotas de brillantez dentro de su estilo.
La trayectoria de Berrocal ha sido amplia y ha gozado de puntos de brillo en hermandades como Buen Suceso, Entrada Triunfal o Expiración. Si bien, ahora, se centra exclusivamente en la del Resucitado, no es menos cierto que su trabajo en la Alegría y el que hereda de Manuel Murillo en el Resucitado hablan por sí mismos de este experimentado capataz.
Este Domingo de Resurrección nos abría la puerta de un capítulo más en una trayectoria de Juan Berrocal que bien podría ampliarse en los próximos años y que, hasta la fecha, está dejando el sabor dulce del trabajo bien hecho con los costaleros de la corporación de Santa Marina. Y que se ponía de manifiesto en la salida procesional de esta jornada.