Lentamente, poco a poco, nos despertamos del sueño vivido en esta semana pasada. Parece impensable que ya se nos haya esfumado la semana más hermosa del año que, en este 2016, ha estado precedida por unas Vísperas apasionantes y con aroma a chicotá en diversos puntos de la ciudad de los califas. Y es que desde los barrios de Cañero, las Electromecánicas, el Figueroa o la Paz el Sábado de Pasión, sin olvidar el de San Lorenzo la jornada anterior, en la cual dicho enclave cofradiero sirvió de improvisada 'carrera oficial' al paso de diferentes vía crucis, la espera se iba consumando hacia el siempre anhelado Domingo de Ramos para el gusto de los cofrades, quienes veían amenizadas las horas previas junto con los sones de las cornetas, trompetas, tambores, y acompañados de la embriagadora fragancia que desprende el incienso.
Con tal suerte, llegábamos al día de palmas y olivos, a la mañana de los niños hebreos, de entrada de Jesús en Jerusalén. El cielo se abría para contemplar la llegada triunfante del Mesías que, más tarde, se haría paso entre el bullicio a través de los naranjos del Patio de la Catedral, que vendrían a conformar una estampa bellísima, para el recuerdo de los allí presentes, mientras 'El Profeta' abandonaba los arquitectónicos muros catedralicios. Tras Él, María Santísima, ya desconsolada, se hacía camino entre los fervientes devotos y buscaba la senda del Hijo amado, pero para entonces San Pedro ya había echado el cierre a la celeste bóveda que se alzaba en lo más alto de la capital, y desde donde caerían, posteriormente, las lágrimas del guardián del cielo ante el destino cruel y despiadado que le esperaría al Rey de Reyes, provocando así el inicio de una tarde para el olvido, la cual se prolongaría una jornada más. Eso sí, ello no privó a los fieles a visitar a sus Imágenes a sus templos.
Cuando todo hacía presagiar el transcurso de una Semana de Pasión desastrosa, de las que hacen recordar a aquella de 2013, y en la que la palabra 'suspensión' era prácticamente habitual, llegó un Martes Santo excelso, desde sus primeras horas del día, dando esperanzas a los cordobeses de vivir, definitivamente, del comienzo de su Semana Mayor; esa que se vio truncada en jornadas precedentes. No obstante, el cielo se empeñaba en destrozar las ilusiones de los cofrades amenazando, ya en la tarde, con unas tenebrosas nubes a las que pintaron de rojo y azul trinitarios los hermanos de La Santa Faz para realizar su estación de penitencia. Comenzaba así, oficiosamente, la Semana Santa en Córdoba, justo desde el emplazamiento donde, un día antes, se había efectuado la primera estación penitencial de 2016.
Así, con la salida de la cofradía de la Trinidad, se iniciaba un ciclo de cierta estabilidad en lo referente a la climatología, lo cual permitiría a las cofradías de jornadas posteriores a efectuar sus salidas procesionales sin demasiados contratiempos ni alteraciones, si bien no fue hasta el Miércoles Santo cuando se pudo contemplar el pleno de hermandades en la calle. Y pasando por los austeros Jueves y Viernes Santo, así como por el vacuo Sábado Santo, nos topamos con el Domingo de Resurrección: día de antítesis emocional; la Alegría de ver a Cristo Resucitado se conjugaba con la tristeza del éxodo de otra Semana Santa, aquella que tanto tarda en llegar y que tan poco tarda en pasar...Faltan 375 días para el nuevo comienzo.
Antonio Botella
Foto Antonio Poyato