Blas Jesús Muñoz. No resta un trozo piel que no sufra. Es la geografía de un dolor antiguo, del daño sobre el pecado, del pecado sobre esa piel que es el mapa de nuestros días, mapa de la ciudad misma que busca la noche como un ungüento que mitigue su daño.
Sin embargo, se trata de un sufrimiento pretérito que atesora en cada herida una promesa, un remedio de salvación expuesto al aire de la calle que supura con el lacre de la cera que es ceremonia y procesión, al paso del Cristo de la Universidad.
Sucedió en Jueves de Pasión; comenzó en Martes Santo un ceremonial prescrito donde el dolor de un hombre y la misericordia divina se unieron para dar muestra de la realidad que fue con su herida abierta, su daño inconcebible, su regeneración debida, su esperanza magnánima que lo perdona todo como un verdadero Padre. Pasa el Cristo de la Universidad. Pasa en su propio camino doliente. Su dolor lo hacemos nuestro, pues por nosotros viene.
Recordatorio Entre la Ciudad y el Incienso: Para siempre