Hieren tu cuerpo con el látigo de la ira, la crueldad y la indiferencia y cada golpe que maltrata tu dolorida espalda lacera mi alma, haciéndola jirones. Ojalá pudiese con mi fe, detener el miserable brazo del verdugo que te ataca y que un ejército de ángeles descendiera de los Cielos, para hacer justicia con este sinsentido y los que lo provocan. Pero has venido para aguantar este castigo y enseñarnos que si Tú, siendo Dios, puedes soportar, en tu humildad infinita, esta inmensa humillación por cumplir tu mandato, del mismo modo las ovejas de tu rebaño debemos estar preparados para llevar la más pesada carga en defensa de la justicia y nuestras más profundas convicciones, porque vale más morir de pie que vivir cien años de rodillas…
El
cuerpo te han destrozado
con
látigos de tormento.
El
Dios Hombre masacrado
por
el soldado romano
que
se jacta en la tortura,
teniéndote
maniatado
con
sogas de odio y locura.
Por
curarme los pecados,
malherido
y flagelado,
como
narra la Escritura.. .
Jesucristo
ensangrentado,
muere
el mundo sin cordura.
Golpeando
tus entrañas
el
látigo del desprecio,
duele
más el fondo del alma...
¿por
qué pagas tanto precio
por
tan sólo tu Palabra?
Guillermo Rodríguez