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viernes, 17 de abril de 2015

La Espada de Damocles: La desmemoria histórica


Como todos sabréis el pasado martes fue el aniversario de la proclamación de la república. Por mi edad no he vivido ni el franquismo ni la transición, lo cual no me exime de poder opinar acerca de lo que ese pasado está influyendo en nuestro presente. Nunca he sido nostálgico en el sentido de querer que se vuelva a vivir una época histórica, pero, por mi oficio de estudiante de historia, soy un defensor de mantener las huellas del pasado para no olvidar la historia, sea para bien o para mal.

El miércoles leí, en mi continua rutina de ojear la prensa del día, que un abogado madrileño ha denunciado a nuestro obispo, Demetrio Fernández, por mantener unas placas supuestamente franquistas en el interior de la catedral. Este hombre se refiere a unas placas que se hayan ubicadas en la pared del trascoro catedralicio, en las que vienen inscritos los nombres de los mártires de la guerra civil, es decir, los que murieron por defender la fe católica que los más extremistas vieron necesaria erradicar por ver en ella unos ideales que les recordaban al antiguo régimen.

Este hombre basa su denuncia en la suposición de que esta placa ofende a los familiares de las personas que fueron ajusticiadas por el gobierno franquista o por el bando nacional, sin embargo, olvida que también hay muertos que no merecen ser callados, no del otro bando, sino de la iglesia católica. ¿Es que acaso unos son más buenos que otros? Cada bando defendía unos ideales que pueden ser más o menos acertados o nobles. La manera de defenderlos de ambos ya es discutible, pero no olvidemos que la historia escrita está, y borrarla no sirve para nada, igual que intentar mantener vivo el odio entre ambos bandos, cuando ya quedan pocos que hayan vivido esa generación. Me entristece profundamente ver como chavales de no más de veinte años hablan de la guerra civil como si la hubieran vivido, acaso no hay cosas mejores de las que hablar que de un hecho que pasó hace mas de 76 años. Un hecho que denuncia un abogado que nació en el año 84, si no me equivoco. Es decir, este hombre denuncia unas placas de gente que murió 45 años antes de él, o más a mi favor, denuncia un gobierno de una persona que murió 9 años antes de que él naciera.

Sinceramente, estamos en el año 2015, no he vivido una guerra, ni una posguerra ni una transición, y el señor Eduardo Ranz tampoco, y me gustaría recordarle, que la memoria histórica no consiste en eliminar los restos de un bando. Los nacionales no eran santos, pero los republicanos tampoco. Me gustaría también recordarle una escena que se vivió en un pueblo de Málaga, un martirio cuyo nombre es el de Juan Duarte Martín, a este muchacho le arrancaron la uñas, le aplicaron tortura por medio de electricidad en los genitales, le cercenaron los genitales con una navaja, le abrieron el vientre, y llenándolo de gasolina le prendieron vivo. Yo no defiendo uno u otro bando, simplemente defiendo la memoria de esos mártires que por llevar sotana o de pertenecer a una asociación de la Iglesia debían ser privados de la vida. Por ello no permito, ni permitiré que un chaval de 31 años se crea con el derecho a borrar la historia de los mártires de mi país, de mi Iglesia, de la misma manera que no permitiré que se silencie el pasado de aquellos que por el mero hecho de pertenecer a un sindicato o de ser de una ideología distinta o de no creer en mi Dios, que no por ello deja de ser respetable, tuvieron que ser privados de su libertad y de su vida. Por esto dejemos que las generaciones futuras escriban una nueva historia, sin olvidar un pasado, que queramos o no es el origen de nuestro presente.

Antonio Maya Velázquez






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