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viernes, 17 de abril de 2015

Enfoque: Superpoblación de bandas‏


Blas Jesús Muñoz. Recuerdo aquellos primeros ´90, no solo por las camisas de cuadros por fuera y la adolescencia cruel, sino también porque -en aquellos años- la Agrupación Musical de la Redención comenzaba a colarse entre las cintas de cromo, donde la de María Magdalena del Arahal era la reina de aquellas salsas impúberes. 

Eran los tiempos donde escuchar marchas procesionales no estaba al alcance de un click y sería conveniente que, quienes no vivieron aquella carestía y necesidad, lo aprendiesen.

Lo decía Carlos Lara en la entrevista concedida a Gente de Paz, "una buena dosis de mármol a mármol" para que los costaleros entiendan algo parecido a cuanto deberían entender algunos músicos y algunos fans. Porque como decía aquel dicho de las abuelas "tú no has vivido el año del hambre".

Como en las grandes capitales vivimos tenemos un problema de exceso de población. Sin embargo, a personas no se refiere, sino a formaciones musicales per capita por habitante de Córdoba.

Han crecido, se han desarrollado y reproducido. No es malo, todo lo contrario, que la música esté en auge siempre es positivo. El problema radica en que una banda necesita cuidados, inversión y cariño. No es la gallina de los huevos de oro que, cuando hallas la idea del año y creas una, los contratos, el dinero y que te salga más barata la estación de penitencia viene sin mover un dedo.

No basta con mostrar el apoyo en una red social porque si el problema sale a la luz es porque hay rumor de mar gruesa. No sabemos si la solución se encuentra en talar árboles para ver mejor el bosque porque -puede- que alguien no se haya enterado aun de que están en la linde de ese bosque.




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