“Si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano.”
Sultán Malek-al-Kamil.
Esta frase salida de los labios de un sultán, visitado por San Francisco de Asís, quien en su presencia dijo: “No son los hombres quienes me han enviado, sino Dios todopoderoso. Vengo a mostrarles, a ti y a tu pueblo, el camino de la salvación; vengo a anunciarles las verdades del Evangelio.”
El Sultán quedó impresionado y rogó a Francisco que permaneciese con él. El santo replicó:
“Si tú y tu pueblo están dispuestos a oír la palabra de Dios, con gusto me quedaré con ustedes. Y si todavía vacilan entre Cristo y Mahoma, manda encender una hoguera; yo entraré en ella con tus sacerdotes y así verán cuál es la verdadera fe.”
El Sultán contestó que probablemente ninguno de los sacerdotes querría meterse en la hoguera y que no podía someterlos a esa prueba para no soliviantar al pueblo. Y en este momento dejó a modo de sentencia la frase inicial, “Si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano.”
En estos momentos en los que se está apostando por la laicidad de la sociedad actual, y donde se apuesta más por los hermanos del Islam, ya que ellos parecen que “no huelen a incienso”, creo que están en un error, ¿seremos tan diferentes?
Por el estilo valiente de ese diácono fundador de la Orden Franciscana, y el estilo sereno e inteligente del Sultán, me da la sensación de que son los hombres, hombres de mundo, claros, valientes; sin pliegues, inteligentes y seguros, pero no me parecen muy distintos.
Por las enseñanzas recibidas, uno a través de la Santa Biblia, el otro a través del Sagrado Corán, de los que pongo dos párrafos de cada uno de estos dos sagrados libros:
“A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo: ¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús
“Entonces le enviamos Nuestro espíritu (el Ángel Gabriel), quien se le presentó con forma humana. Ella dijo: Me refugio de ti en el Clemente, si es que temes a Dios. Le dijo: Soy el enviado de tu Señor para agraciarte con un hijo puro. Ella dijo: ¿Cómo he de tener un hijo si no me ha tocado ningún hombre, ni soy una indecente? Así será, le respondió, pues tu Señor dice: Ello es fácil para Mí. Y lo convertiremos en un signo para la humanidad y una misericordia. Es un asunto decidido. Lo concibió, y decidió retirarse a un lugar apartado. “
No quiero entrar en discusiones bizantinas sobre la Trinidad, ni sobre sobre la inmaculada concepción de María, o si solamente es el más importante profeta, pero si quiero señalar que para los musulmanes creyentes al igual que para nosotros, grandes profetas fueron Moisés (Musa), Aarón (Harum), David (Da´ud), Salomón (Sulayman), Elias (Ilyas), Jonas (Yunus) y así hasta Jesús (Isa ibn Maryam, Jesús, hijo de María).
Los puntos en común son muchos, muy singulares, bien es verdad que las discrepancias también lo son, pero lo que verdaderamente quiero señalar desde estas torpes líneas es la similitud de las enseñanzas de estas dos religiones monoteístas, tanto para el Fraile San Francisco, como para el Sultán Malek-al-Kamil, por eso la similitud de sus actitudes y valentía.
Recomiendo una atenta lectura de ambos libros, os quedareis asombrados de los puntos en común, y eso si, a las clases políticas que sigan distantes de la realidad de sus ciudades, de sus pueblos, de las religiones, pero que nosotros deberíamos de luchar en contra de la laicidad, no como en Fuenteovejuna, todos a una, si no más bien, fomentando que la realidad pacifica de nuestra religión, podemos tener un centro abierto al culto como Mezquita y como Catedral.
Lugar de encuentro común, donde unos y otros podamos afirmar, tal y como lo hace el Islamista Soliman H. Al-but-he en su escrito “Creemos en Jesús” que: “el Día de la Resurrección Dios no nos acuse de haber escondido la Verdad. En esta búsqueda, no anhelamos encontrar la complacencia, ni las alabanzas, ni la aprobación de las personas sino sólo la complacencia de Dios. El Sagrado Corán dice:
Decid: Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado, en lo que reveló Abraham, a Ismael, Isaac, Jacob y las doce tribus (descendientes de los hijos de Jacob), y lo que reveló a Moisés, Jesús y a los Profetas. No discriminamos entre ellos, y nos sometemos a Él. [2:136].
Como musulmanes, creemos en El Creador y en todos Sus Profetas, incluyendo a Jesús (la paz sea sobre él) A quien consideramos como uno de los profetas de Dios más poderosos. También aceptamos que fue el Mesías que traía la Palabra de Dios y que nació milagrosamente sin la intervención de un hombre.
Del mismo modo, creemos que les devolvió la vida a los muertos con el permiso de Dios, y que curó a los ciegos y leprosos en Su nombre. El Sagrado Corán, entre otros libros revelados por Dios, resalta los aspectos más importantes sobre la madre de Jesús, su nacimiento, su misión y su ascensión a los cielos.”
Y ahora vistas las similitudes ¿no creen ustedes que la funcionalidad de la Mezquita Catedral de Córdoba, además de la celosía, la laicidad del templo, el acceso, la titularidad de la inmatriculación, el dinero de sus entradas etc. es otra mucho más importante?.
Creo que seria un lugar ideal para la celebración de nuestra Semana Santa, si los accesos de las inmediaciones fuesen mejores, si además dispusiera de esa segunda puerta, (la llamamos segunda y en realidad la Mezquita tiene en sus fachadas exteriores un total de 22 puertas y postigos, distribuidas de la siguiente forma en la cara norte cuatro, en la cara este diez, en la oeste ocho y en la sur ninguna,(solo tiene dos balcones).
Y estoy seguro de que es un lugar ideal y único en el mundo para la oración común, escuela de enseñanzas, lugar de convivencia, lugar de paz, un sagrado lugar, sin dudas donde los hombres dejen la guerra a un lado para hablar de Dios y sus profetas.
Donde poder demostrar que los ataques a capillas, iglesias, imágenes, personas, mezquitas, etc. no están en las enseñanzas, y que obedecen a exaltados incultos.
Tanto el Islam como el Cristianismo están fundamentados en el respetar y amar la vida, y al prójimo.
Me gustaría que la Mezquita, además de Catedral, fuese un faro mundial, donde el mundo viese que la convivencia pacifica entre las religiones es posible, y que bajo la luz del Cristianismo y de Islam, también. Como diría San Francisco, en Paz y Bien.
Antonio Alcántara
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