“¿Sabes lo que está sucediendo en la Hermandad de los Afligidos? Resulta que el Vice Hermano Mayor ha dicho, a voz en grito, en la Junta de Gobierno a todos los presentes, que allí el que manda es él. Que se hace lo que él diga. Que ni Hermano Mayor ni gaitas. Y que el que no esté conforme, que coja la puerta y se vaya. Sí, sí… me lo ha dicho alguien de la Junta, uno de los tres confidentes que tengo dentro me lo ha confirmado… ¡qué vergüenza!... claro que debería saberlo la gente… esto no se puede tolerar… lo que si te pido es que no salga mi nombre. No, no puede figurar en ningún sitio que he sido yo el que te ha dado la información… es que yo no quiero señalarme, que quiero seguir saliendo en la cuadrilla… Ahora te paso las conversaciones vía mensaje que me han hecho llegar…”
Se sorprenderían de las veces que recibimos comunicaciones de este tipo, prácticamente cada semana. A veces uno llega a creer que lo que algunas páginas cofrades estamos haciendo es una especie de servicio público; otras veces las dudas me asaltan. Supongo que como todo en esta vida, la virtud está en situarse en el punto medio, que está determinado por el contraste de la noticia. Cuando se puede verificar por diversas fuentes debe contarse y cuando no, esperar. Comprendo perfectamente que muchos no puedan creerse que esto está sucediendo en algunas de nuestras hermandades, pero lamentablemente, así es. Por cierto, cansa ya que los detractores que inevitablemente todos en este mundillo tenemos, algunos sencillamente por haber recibido una crítica en nuestra página en alguna ocasión, continúen anclados en la absurda cantinela de que se publican noticias sin tener información. Eso si que es rotundamente falso. En GdP, y me consta que en la mayoría de las páginas que se dedican a la información sobre cofradías, todo lo que se publica, se contrasta con anterioridad. Me comprometo públicamente a tomarme un café con quien quiera y que me relacione noticias que se hayan dado como ciertas en GdP sin tener información suficiente, digo más, sin que se hayan confirmado posteriormente.
Hablando con un cofrade el otro día, me comentaba que hay quienes dicen que algunos opinadores de GdP parecen tener fijación con determinadas hermandades. Es incuestionable que hay algunas que generan más noticias que otras, fundamentalmente por dos razones. Una es la vida de la hermandad en cuestión. Es obvio que cuando en una de ellas existe un importante grupo humano y los actos a celebrar son muy numerosos a lo largo de un ejercicio, el caudal de noticias generado a su alrededor es muy superior al de aquellas que prácticamente se ven de cuaresma en cuaresma los cuatro que la sacan adelante. La otra razón es que ciertos personajes de algunas de ellas son una auténtica mina, ¿para qué les voy a mentir?
Hermanos mayores que responden a gritos a un redactor cuando se les llama para contrastar una noticia, capataces que mienten con el cinismo del que sabe que eres consciente que te está mintiendo, vocales de junta que despotrican contra su hermano mayor pero no tienen la decencia de abandonar su cargo, exhermanos mayores culpables de haber echado a media hermandad a su casa criticando a la dirigencia actual por tener la cofradía vacía, directores de banda que creen que la potestad de determinar el estilo musical de una hermandad es suya… la relación podría ser prácticamente infinita.
Cuando en una corporación confluyen varios de estos elementos… pasa lo que pasa. Un amigo me dijo el otro día que fulanito había dimitido de su cargo en la primera junta de gobierno por la actitud dictatorial del que manda y por haber constatado que se tomaban decisiones a espaldas de la misma. Yo respondí que le transmitiera mis respetos porque esa acción le honra. Habrá quien defienda ese pensamiento comúnmente aceptado de que “yo estoy en la hermandad esté quien esté, porque estoy por mis Titulares”. Respetando esta idea, no la comparto. En primer lugar porque la vida ya es suficientemente un valle de lágrimas como para sufrir desarrollando una actividad voluntaria como es ser parte activa de una cofradía, en la que todos deberían estar para ser felices. Y en segundo, y en mi opinión mucho más importante, porque esta actitud colabora a perpetuar en sus cargos a quienes están destrozando a nuestras hermandades y los que por miedo, por desidia, o realmente porque, de buena fe, creen que hay que estar allí aunque los que la dirigen hagan una hoguera en medio de la casa hermandad y echen al fuego todo lo que les rodea, están siendo consciente o inconscientemente cómplices del desastre. Si no le mostramos lo que está pasando al resto de hermanos que no vive el día a día de la cofradía, si les seguimos sacando las castañas del fuego, si toleramos su tiranía o sus malas artes estoicamente, no les saca de allí ni la Guardia Civil.
Que nadie se equivoque, tenemos que limpiar nuestro Universo Cofrade de estos tumores malignos, liberar a las hermandades del yugo de la dictadura de los que creen que son cortijos de su propiedad. Ocultar la verdad, no sirve para nada salvo para que estos individuos continúen campando por sus respetos. Sacar la suciedad de debajo de las alfombras no hace daño, todo lo contrario, es un ejercicio de renovación, de pulcritud y en ocasiones de resurrección.
Les pondré un ejemplo ficticio. Si un dirigente decide que una banda no va a seguir tocando tras el Titular de la hermandad a la que representa, si se ha dedicado a pregonarlo por los cuatro puntos cardinales, si alcanza un acuerdo con una banda alternativa, si la banda que no se quiere renovar decide no seguir esperando una respuesta hasta el infinito a sabiendas de que al final del camino está la puerta de la calle y cuando decide anunciar en público su no continuidad con la hermandad, desde la misma dirigencia que les está invitando a marcharse se filtra, por determinadas vías, en ocasiones engañando a su propia junta de gobierno, que la banda se va porque tiene un contrato económicamente mejor, ¿hay que callar y tapar el asunto o denunciar los hechos para que no se acuse a la banda de algo que no es responsabilidad suya? ¿Quién está haciendo daño a la hermandad y por extensión a la Semana Santa, el dirigente o el que denuncia sus actos? Habrá quien piense una cosa o la contraria, y ambas opciones son igualmente respetables. Desde luego, yo también tengo la mía, Pienso que el daño lo hace el que actúa de modo incorrecto, no el que lo cuenta. En todo caso, el que denuncia, puede hacerlo por querer cambiar las cosas o por cuestiones personales, por animadversión, pero sea cual sea su motivación, no resta ni un ápice de incorrección a la acción realizada por el dirigente. En la medida en que la denuncia logre modificar en algo el status quo, estará bien empleada.
Es cierto que cada cual es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, pero no lo es menos que muchas veces es el silencio el que esclaviza a una comunidad. Que cada cual saque sus propias conclusiones y obre en consecuencia.
Guillermo Rodríguez