No, por desgracia, el alma del cordobés, y la mía la primera, está diseñada para hablar, criticar, proponer, pero no realizar nada para llevar a cabo esas muchas ideas que se nos ocurren. Córdoba es la ciudad de los proyectos sin realizar, y el lector oriundo de esta ciudad bien lo sabrá. Pero eso no es lo peor, lo peor es cuando hay buenas ideas que son cortadas de raíz en cuanto se hacen públicas, lo que no da a lugar ni siquiera a probarlas.
Muchas veces me paro a pensar por qué Córdoba no tiene o posee tantas cosas que podría tener, por qué nuestra feria es tan… ¿digamos correcta?, por qué la Semana Santa o mejor, sus hermandades no hacen mejoras para dar mayor esplendor, terminar pasos en vez de cambiarlos, o llegar a concluir un proyecto en vez de tirarse con el mismo más de 10 años, por qué el Corpus es tan cutre, por qué las glorias son desapercibidas por el resto de la población, por qué se imponen reglas y exigencias tan duras a las nuevas hermandades que surgen, o peor, por qué pasamos de ellas o por qué no hay Madrugá en esta ciudad con la cantidad de cofradías que actualmente hay en la calle… Hay tantas cosas a las que no encuentro respuesta…
Hablando con una persona a la que considero buen cofrade, o al menos sabe de lo que habla, me dijo lo fácil que sería organizar cosas decentes respecto a las cofradías, que si una Madrugá, que si tal cofradía podría salir de tal forma, que si sería posible volver a ver una procesión de impedidos en Córdoba, si gustaría ver tal procesión por cierto recorrido… los temas se sucedían y siempre acabábamos de la misma manera: no vamos a cambiar nada. A esta coletilla le seguía normalmente la frase de: Córdoba no está acostumbrada a eso; o: eso hace años que no se hace y no creo que se recupere. Ahí, en ese punto es cuando mis nervios se encrespaban y por coraje me enfurecía. Hay una manía intrínseca en la ciudad de Córdoba en hacer cosas a las que estemos acostumbrados y que no cuesten mucho esfuerzo. ¿De verdad tenemos que esperar a que cambie la mentalidad de una ciudad en vez de obligarla a acostumbrarse a hechos nuevos? ¿De verdad tenemos que permitir que no se realicen muchos proyectos e ideas por miedo al qué dirán, por miedo a quedarse solos? ¿De verdad el espíritu de los cordobeses y de las cofradías es tener la necesidad imperiosa de tener una multitud de espectadores observando sus realizaciones por qué si no caemos en la errónea creencia de que están mal?
Cordobeses, cofrades, no tened vergüenza a la hora de realizar o cambiar lo que creéis que es mejorable. Las críticas, sobre todo cuando se sabe que proviene de gente poco instruida, no son causa para arrepentirse, sólo la conciencia tranquila de cada uno es la que nos dice que hemos hecho lo que creíamos correcto.
Ahora llegados a este punto os habréis dado cuenta de que no he hablado de nada en particular, pero sí de que se os han ocurrido miles de cosas que serían mejorables dentro de todos los ámbitos culturales de esta ciudad. Todas esas cosas que hablareis con amigos y conocidos, en coloquios de taberna, que por vergüenza o desidia se quedaran en eso, en coloquios.
Antonio Maya Velázquez
Recordatorio La Espada de Damocles