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miércoles, 10 de junio de 2015

Enfoque: El tripartito que no acudirá a las procesiones y retirará la subvención a las cofradías de Córdoba


Blas Jesús Muñoz. Lo imposible, como la película, era pensar que Córdoba tendría un alcalde socialista, mejor dicho, una alcaldesa. Mejor aún, que lo fuera a ocho concejales de la mayoría absoluta, sin obtener los mejores resultados históricos del PSOE en la ciudad y que, imitando el modelo catalán de Maragall o Montilla, lo sea gracias a un gobierno tripartito en el que tan solo se echa de menos a la estirpe nacionalista, aunque todo puede ser.

Sería recomendable que, quienes con mayor número de concejales se quedan compuestos, analizaran con detenimiento lo sucedido. Sin embargo, lo más recomendable en este momento es que nuestros queridos dirigentes cofrades comiencen a tentarse la ropa y a pensar que, más allá de la Magna, tendrán que empezar a demostrar su altura y, no sé por qué, me da que son de mi estilo, bajitos.

Si no me creen, lean con detenimiento la propuesta de acuerdo de principios, objetivos y medidas programáticas para el gobierno municipal de córdoba 2015-2019, la cual recoge en su punto número 44, lo siguiente:

"Impulso al carácter laico y la aconfesionalidad del ayuntamiento. Se eliminará la obligatoriedad de la presencia de la institución municipal en manifestaciones religiosas oficiales".

Cuatro números antes, en el 40, viene una advertencia aun mejor: "Reclamación de la titularidad pública de la Mezquita-Catedral y de todos aquellos bienes de uso público usurpados". Se entiende, en consecuencia, que la Iglesia ha usurpado bienes a la ciudad y que durante estos cuatro años, los justicieros vendrán a poner cada cosa en su sitio (todo esto contando que el Partido Socialista, hasta la fecha, nunca se postuló en tales principios y que, hasta el momento, ninguna voz autorizada del ámbito cofrade ha dicho "esta boca es mía").

Desde la noche del pasado día 24 de mayo, este medio ha consultado a diversas fuentes cercanas a la agrupación electoral "Ganemos", las cuales nos indican que el primer paso natural era no acudir a las celebraciones religiosas de las cofradías de manera oficial. Mientras que, esas mismas fuentes, también indicarían que el paso lógico sería que, de cara a estos cuatro años, la subvención municipal con que se dota a las hermandades se fuera reduciendo hasta desaparecer.

En esta tesitura, y sin culpar a los receptores de la subvención de algo que no les es imputable, sí habrá que exigirles que se posicionen y luchen por algo que es suyo y les pertenece por el simple hecho de que las cofradías le dan más a la ciudad de lo que reciben de ella. Comienza un período tenso, donde no vale ponerse de perfil y donde las medias tintas, tan solo te convierten en un cobarde.












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