Blas Jesús Muñoz. Hubo un tiempo, que aún no ha
acabado, en que la política y sus asuntos derivados se resolvía en los
despachos, así como en plenos y sesiones presuntamente cerrados o
cerrados sin presunción alguna. Luego, un viento fresco trajo la
posibilidad de un cambio, de una apertura asamblearia en espacios
ciudadanos (qué palabra) y tan de a pie fueron que, en Córdoba, el
espacio ciudadano se dirimió que fuese una taberna.
No
se trataba de una taberna cualquiera, sino de una a donde los cofrades
acuden en tropel al llegar Semana Santa (será por eso que hasta ahí
quieren que llegue la representación oficial de los "nuevos" políticos,
hasta el bar). Se cambió el despacho por el reservado de la tasca que,
al fin y al cabo, ahí no te ponen botellitas insulsas de agua y sí una
caña fresquita, espumosa y medios del Gallo, que es más cordobés y
popular.
En la foto casi se podía intuir la
llegada del camarero y su bandeja repleta de caldos deseosos de consolar
al pobre político de la sed de este verano adelantado. De hecho, dicen
que sentó tan bien que los nuevos munícipes ya se plantean hacer como la
UEFA con la final de cada año de la Champions y celebrar rotatoriamente
cada pleno en una taberna de Córdoba, abierta al ciudadano, claro está.
Los plenos no se harán en restaurantes elitistas que eso es de peperos,
de pijos remilgados y capillitas engominados "a los que ya les queda
poco".
Es la política de tasca, enfrentada a la
de la casta (como he leído, y tanto me he reído, en redes sociales). El
único pero es que las asambleas, las que se realizan en otros espacios,
se emperran en tener vida propia y votan a su aire. Tan a su aire que
han dado el no al reparto de estampitas de Ganemos y, aunque apoyen, no
quieren que sus representantes entren en el gobierno municipal. Y no sé,
si por definición, querrán que las reuniones las celebren en bares.
Es
lo que tienen los sistemas asamblearios, que te corrigen como Pepito
Grillo y no como el supuesto sistema que se propugnaba desde la actual
regencia de la Agrupación que, de asambleario, tiene el nombre en su
sistema tan indirecto de decisión. Los cooperativistas de cuño político
parece que no son tan de bares (aunque estas reuniones ayuden a un
sector tan castigado como la hostelería, sobre todo, para las
condiciones de infra trabajo que sufren los camareros, por regla
general).
No me gustaba la antigua política en sus despachos, sus favores y sus pagos a servicios, pero la nueva comienza en sainete mode on. Mientras tanto, Córdoba sigue igual que ayer, con su Catedral, su Magna, su paro... Y ninguno de los que debería habla...