Blas Jesús Muñoz. Hay cofradías que se prestan en todo momento a
una contemplación clásica, elegante, sin estridencias, como es el caso
de una de las hermandades hispalenses por antonomasia, El Silencio
Blanco.
Y es que La Amargura, su cofradía, sus
veneradas Imágenes, siempre muestran un aspecto envidable y, en esta
ocasión, no podía ser menos el aspecto que muestra la Virgen de la
Amargura de cara al período estival, mostrando un aspecto que nos
retrotrae en el tiempo hasta principios de la segunda mitad del siglo
pasado.
Luce la Santísima Virgen el manto de
damasco rojo que estrenara en 2008 (además de la toca sobremanto con la
corona que luciera hasta la Coronación en 1954); toda vez que San Juan
también está ataviado con este terno a conjunto con el mismo material y
tejido, estrenado en esta ocasión.
Una estampa
que no deja indiferente al devoto que la contempla y que recupera en el
tiempo la instantánea eterna de la Santísima Virgen que se entrega a
Sevilla cada Domingo de Ramos.