Hoy me van a permitir que use un lenguaje más coloquial de lo que acostumbro porque cierto es que, de vez en cuando, es necesario abrir las ventanas para que entre el frío del invierno. Será a partir del siguiente párrafo o, quizá, en este mismo. Las palabras, en esta época en que todos deberíamos luchar unidos por la consecución de un bien mayor, se desvirtúan en los labios y en las falanges que golpean teclados de algunos capataces que se abrigan en el terciopelo de monarca recién avenido, de algunos fotógrafos que no pueden mostrar el carnet nada más que de una peña a la que se afiliaron (no hay medios ni dómino, palabra cordobesa donde las haya) y se empeñan en darle un lustre que no tiene, de eruditos de la palabra cuyo sostén ideológico solo les dio para ser escuchado por un grupo de parroquianos iletrados que se llaman cofrades y cofrades que se aferran a ese sustantivo para convertirlo en adjetivo y así tornarse tan importantes como lo que nunca fueron.
Por si no me han entendido, las cofradías dejan un grupúsculo de fracasados a los quien grupo no mayor de diez personas les acarició el ego y vieron resueltas sus frustraciones existenciales. Y como no hay nivel (porque no lo hay) y saben que su dignidad no será reconocida por más de esos diez, se convierten a la endogamia de su grupo sanguíneo y dictan su ley ilustrada.
Los mismos que se jactan en decir que tal o cual es Sálvame y, como no dan, pues no se dan cuenta de que somos más de Chiringuito y nos autodenominamos jugones porque nos gusta el tiqui-taca con dos narices, preferentemente. Quizá si cogierámos una de sus foros, de sus marchas, de los pasos que sacan o del artículo "inspirado" que escribieron -aparte de comprender que inspirado es copiado- la película cambiaría. Sí, te mandan un mensaje y te dicen "gracias, amigo, no merezco tus palabras". Y lo peor es que saben que no se las merecen y por eso ya nunca las escribo. Toda vez que, en público, mantienen su desdén estudiado, aunque seas el único que fue capaz de narrar el ataque injustificado que una hermandad lanzó con toda su fuerza institucional contra su cuenta de Twitter.
No me voy en molestar en calificar esas actitudes. Póngales usted el adjetivo y a mi también. Las noticias se seguirán contando tanto si hay una manifestación como si se echa a un capataz o se cambia de banda más que de camisa. El tema, el asunto, la cuestión o el lío es contarlo. Así que por contar que no quede y habrá que decir que los gurús mediáticos, de ayer y de hoy, que tanto defienden la Catedral deberían recordar que sus cofradías (con ellos en algún momento en posición de poder) una baja a la Catedral desde antes de ayer y otra solo salió de allí coyunturalmente, o sea, que en 2016 se estrena. Con un par.