Blas Jesús Muñoz. Nos hemos acostumbrado que la mal llamada política se perpetúe, constantemente, en vivir de la máxima de la vela a Dios y la otra al diablo. Es la estrategia de los políticos profesionales y, ahora, los amateurs copian la misma estrategia, pero solializada en la calle y con menos capacidad de disimulo. A todo esto, en ambos campos (profesional y amateur) hay honrosas excepciones, aunque halla algún profesional que se queje del intrusismo y algún amateur que se crea el más listo de la clase. Lo mismo ocurre con algún periodista de canet que se queja y ha dado menos primicias que el NO-DO; y algún juntaletras cofrade que se ve como oráculo de Twitter.
El caso que ocupa estas líneas es grave. Como saben la Alcaldesa ha vuelto a dar un giro de trapecista y entra de lleno en el debate de la Catedral. Lo considera una equivocación, a resultas de que los políticos, o algunos, si se pueden permitir cuestionar las decisiones de las hermandades, mientras que éstas no deben meterse en política y, haciendo valer de decidir libremente su derecho a ir al primer templo de la ciudad, se las acuse de tomar una decisión política. Dios y el Diablo, premio y castigo, demagogia y libertad. Ambrosio juaga una partida que todos conocemos. Se trata básicamente de pasarle lamano por el lomo a todo el que convenga (por votos en el pleno o porque la gente no se le eche encima) y pretender que nadie se percate. Demasiado obvio.
Sin embargo, su punto de inflexión lo ha encontrado en su participación activa en el homenaje a los caídos de Raqqa, capital del Daech o Estado Islámico. Si el ejecutivo francés no ha mentido, y los gobernantes municipales no afirman tal cosa, se atacaron objetivos militares de unos terroristas que no tienen empacho en ir matando por bulevares a las personas que toman un café o una cerveza en una terraza o escuchan un concierto o van a una manifestación por la paz en Turquía o vuelan en un avión ruso. Así que si atacaron objetivos militares, mataron militares, a no ser que alguien afirme lo contrario y lo demuestre. Pero eso poco importa a la concejala de Ganemos, una tal Victoria, que se queja de la violencia global.
Sí y yo me quejo de como huelen la colilflor... Es tan estúpido que da risa pararse a pensar que gente así tuviera la responsabilidad de defendernos. Es estúpido pensar que se pueda poner en un mismo plano a víctimas inocentes con sus verdugos. Es estúpido pensar que se quieran buscar las culpas en las víctimas (esto último en términos genéricos), en qué hemos hecho mal como sociedad, cuando el culpable es el que aprieta el gatillo. Somos una sociedad acomplejada con unos clichés caducos y manidos que darían vergüenza y causarían pavor a cualquier libre pensador. Así es fácil explicarse los motivos de su interés en las cofradías, su inoperancia no les da para más, ¿a usted sí?