No todo está perdido cuando puedes ver en el rostro de un niño su magnífica sonrisa que refleja la pureza de Dios.
Es tiempo de
solidaridad, muchas son las iniciativas llevadas a cabo a lo largo y
ancho de nuestra querida Córdoba y muchas las personas que se prestan
para ayudar a los demás en estos días. Y es que como quien
dice, ya está aquí la navidad.
Llegan días de
confraternizar, de ensalzar el amor, la amistad, la hermandad. Días, en
los que se siente el pistoletazo de salida para la actividad frenética
que nos espera. Ahora todo es distendido, se escuchan
acordes de cornetas que anuncian la llegada de Jesús, villancicos,
panderetas. Las hermandades se abren, se visten de un color diferente,
se airean, se llenan de ajetreo, distinto al que vendrá en pocos días,
donde los costales sustituirán a las zambombas
y las marchas a los villancicos, donde la limpieza de los enseres de
los pasos dará inicio a la cuaresma.
Estas fechas dejan
estampas curiosas, estampas que ojalá fuéramos capaces de mantener todo
el año: caridad, solidaridad, buenos deseos, puertas abiertas. El
problema es que pasada la navidad, la vista se turba
y el corazón se enfría. Volvemos a la rutina y dejamos pasar la
oportunidad de ser mejores, olvidamos propósitos y volvemos a ver el
sendero algo turbio, manchado por recuerdos de: rencores, envidias,
ausencias, desengaños, traiciones. Pero es tiempo de renovación
de mirar hacia el futuro, de tener Fe, de sustituir lo que no nos gusta
por ilusión, esperanza y alegrías. Es momento de fijarnos en los ojos
de esos locos bajitos, de corazón limpio y mirada pura, que nos enseñan
lo mejor de la vida, y es nuestro deber enseñarles
a vivir la navidad, a vivir el nacimiento de Jesús de una manera
especial, enseñarles a ellos a nuestros niños, lo que es hermandad,
pues son nuestro futuro y mientras uno de esos niños vea con ilusión un
Belén, participe con sus padres, hermanos o amigos
en el montaje de un nacimiento, acuda a la iglesia, cante o entone un
villancico, entra y salga de una casa de hermandad con la mirada clara,
mientras esto suceda, no cabe la menor duda que estaremos sembrando la
semilla en sus corazones para que en el próximo
mes de marzo sus miradas llenas de ilusión, miren hacia arriba y vean a
nuestro señor y a su bendita madre sobre sus pasos. Ellos se
emocionarán cuando suenen las campanas y los primeros acordes de una
banda inunde el cielo Cordobés, vivirán la semana de
pasión, formarán parte de ella, serán participes y futuro de nuestras
tradiciones y de nuestra fe, vestirán túnica nazarena, o irán de la mano
de sus padres cual escolta costaleril, dejarán imágenes tiernas,
ilusionantes y nos recordarán que estamos de paso,
pero las tradiciones y la fe si se cultivan, nunca son perecederas. Por
eso, os pido hermanos que dejemos fluir esta esencia, vivamos la
navidad, miremos con ilusión al futuro y hagamos hermandad, no sólo por
estas fechas, sino durante el tiempo que aquí nos
toque estar.
Manuel Orozco