Blas Jesús Muñoz. Lo acontecido durante los últimos meses, cada gesto y declaración, ha obedecido a una especie de proceso estudiado en el que, por parte del gobierno local, se querría sustituir lo netamente religioso por celebraciones de carácter laico.
Así las cosas, el espacio dedicado a la Semana Santa en Fitur, concedido al máximo responsable de las cofradías cordobesas, se redujo a diez escasos minutos en que condensar toda la Semana Santa. Una especie de limosna que puede que haya quien opine, no debió ser aceptada.
Sin embargo, la polémica entre detractores y defensores ha elevado su tono en torno a la retirada de la subvención a la tauromaquia. Un gesto simbólico más que cuantitativo que ha vuelto a desempolvar viejos fantasmas y poner el foco en el lugar propicio. "Ha habido mucha gente que ha ido por la cara a los toros y ahora tiene que pagar la entrada, y eso es lo que se ha aprobado. A quien le gusten los toros que se pague su entrada". Palabras de Pedro García que rechinar en un representante público por el tono acusador.
Curiosamente, no aclara en las miesmas si Rosa Aguilar, Rosa Candelario o Marcelino Ferrero (compañeros de partido por aquel entonces), pagaban la suya para acceder a la barrera de Los Califas. Barrera que no se caracteriza por ser ni barata ni poco exclusiva. Toda vez que el argumento de García adolece de grandeza y va más encaminado a ahondar en una línea netamente populista.
Ya sólo faltan declaraciones comparativas entre las fallas que anunciarán la primavera y ver a los ediles de su coalición recolectando Azahar por las calles del centro de Córdoba, mientras -en sus ratos libres-, a buen seguro resultarán los impedimentos para procesionar por el entorno de la Catedral, tal y como si nunca se hubiese hecho. Al tiempo.
