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martes, 19 de enero de 2016

Enfoque: Tambores de hojalata


Blas Jesús Muñoz. No vamos a utilizar el término "por desgracia" y, mejor, la expresión "por norma" para hablar de estos dos modelos tipo que tanto abundan y tanto protagonismo poseen en la sociedad. Lo primero (la incompetencia, la inoperancia, la incapacidad organizativa) quedó plasmado en la Cabalgata, mejor que en un lienzo de Gauguin. Lo segundo, en cada decisión que prosigue como un correlato desquiciado a la anterior.

La vida es así, como decía la canción de aquella serie infantil y educativa. Puedes presentarte con tus manos limpias a poner una medalla y tocar un martillo (debe hacérselo mirar quien lo consiente), después de haber mandado a tus zapadores a erosionar la línea enemiga. De hecho, puedes usar el voto de calidad (no sabemos si tiene certificado que lo acredite) y retirar la subvención a los toros y, en mayo, acudir a la plaza vestida de lunares y con más faralaes que Marifé de Triana.

Torre de Arena... todo es mentira, todo es quimera. Como en la copla todo se niega. La incongruencia consiste en retirar subvenciones para con el ahorro repartir, en el bosque de Sherwood de Claudio Marcelo, el sobrante a las asociaciones amigas. Cabe recordar que tanta hambre pasan unos como otros, pero los amigos más siempre.

Suenan los tambores de hojalata que ni son tambores ni anuncian otra batalla que la de portavoces que se expresan con la dificultad del neófito, mientras parece que quisieran ejercer de profesores universitarios sin la enseñanza general obligatoria aprobada. Suenan tambores de hojalata porque nuestra preocupación está en otro sitio, muy lejos de nosotros mismos y cada vez más cerca del final predicho.





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