Blas J. Muñoz. Hubo un tiempo en que la política, su consecuencia ideológica natural, llegó a las calles. Una etapa histórica en la que, desgraciadamente, hubo que poner a salvo a las Imágenes que mantuvieron durante siglos la devoción de un pueblo. También fue la época en que una determinada posición doctrinal no impedía admirarse de la piedad popular.
Antonio Núñez de Herrera y su Salmo a Jesús del Gran Poder, su pistola, sus ideas y su fotografía de la Estrella, bajo la almohada, son buen ejemplo de ello. También, como compartía en redes sociales nuestra querida Irene Gallardo, hace ochenta y cuatro años, el por entonces Alcalde de Sevilla, José González Fernández de la Bandera, cambiaba la rotulación de la calle Alcázares por el de Sor Ángela de la Cruz.
La Santa hispalense, tan devota de la Virgen de la Amargura, no supuso ningún desapego en plena Segunda República para el representante de la izquierda hispalense y no le produjo ningún sonrojo llamar a una calle por el nombre de una monja. Vaya este recuerdo para quienes, ahora, quieren construir un Callejero laico olvidando la historia que nos trajo hasta aquí.