Antonio Rendón. Cuando esta mañana el Sol todavía no estaba por encima del río Guadalquivir, Ángela Martínez Goyguro, la calentera del Postigo, ya había levantado la persiana de su negocio de calentitos como ella dice y no churro y a todo los que le llegaba a comprar le decía lo mismo, “A ver, que yo no me jubilo, que me retiro. Que tengo muchas cosas por ver y no me veo a mí misma en casa haciendo croché”.
Y es que este domingo ha cerrado en Sevilla la churreria, calentaría, para agradar a su propietaria, del Arco del Postigo, un negocio con cinco generaciones por detrás que curiosamente, nunca ha tenido nombre afirma Ángela, porque nuca nos lo planteamos, ya que todo el mundo lo conoce como el del Arco y así se ha mantenido hace unos 150 años. Ella tenia por costumbre dos cosas: su bata blanca con su lazo blanco recogido en su coleta y darle los buenos días a la Pura y Limpia.
Ella es la única que no es de la Junta de la Hermandad y que tiene las llaves de la Capilla. Así que cunado a algunos se nos olvida, o no damos con las llaves, venimos al puesto y ella nos las dá, aclaraba el prioste 1º Fernando Villareal Galindo de la corporación de la Pura y Limpia Concepción del Postigo. En el año 1997 el gobierno le concedió la Medalla del trabajo por su dedicación y esfuerzo en conservar las tradiciones sevillanas
Ángela es la última representante de la familia Goyguro, cinco generaciones despachando calentitos . El culpable fue su abuelo, Santos Goyguro, cántabro de la localidad santanderina de Torrelavega, que se casó con una sevillana y hasta hoy. Ha terminado con mi familia, aclara Ángela, a quien no le agradaba la idea de traspasar el negocio a alguien ajeno a su casa.
Y todavía le quedada el gran embrollón que le han montado, Si quería irse discretamente ha fracasado de manera estrepitosa. La Banda de música de la Virgen de los Reyes apareció por su puesto rondando las 11,30 horas, y no iba sola, le acompañaba representantes de las hermandades que discurre por el Arco del Postigo, dispuestos también a despedirla, más que con honores, con cariño. El que se guarda para los amigos. Al final su pequeño local será una oficina de información de una empresa turística de Sevilla.
Fotos Antonio Rendón Domínguez
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