Blas J. Muñoz. Desde San Cayetano a los Franciscanos, el fin de semana en Córdoba, por unos instantes, se ha alejado del albero, de los cohetes y del folclore -propio e importado- de la Feria de Nuestra Señora de la Salud.
Como bien les informaba nuestra compañera Esther María Ojeda, era este sábado 21 de mayo a las 20.00 de la tarde, cuando la Archicofradía del Carmen nos ofrecía la oportunidad de encontrarnos, un año más, con su milagroso infante. El Niño Jesús de Praga, al que acompañaba en su trayecto la afamada Banda de Cornetas y Tambores “Caído y Fuensanta” recorrería junto a sus tradicionales niños de Comunión la Cuesta de San Cayetano, Ollerías, Cuesta del Colodro, Mayor de Santa Marina, Convento de las Clarisas de Santa Isabel, Isabel Losa, Plaza Ruiz de Alda, Plaza del Conde de Priego, Mayor de Santa Marina, Cuesta del Colodro, Ollerías y nuevamente Cuesta de San Cayetano.
La noche permanecía con el eco de la alegría posada en esas calles que hacen de la ciudad historia. La misma que se repetía cuando, tres días antes de su festividad, María Auxiliadora Coronada sea descendida y expuesta para un solemne besapiés. Salesianos ya se parece en todo a sí mismo, mientras jóvenes y antiguos alumnos se rinden a las plantas de su Patrona a horas de su solemne procesión.
Entre tanto, otra institución educativa nos dejaba, un año más, los ecos de una esperada salida procesional que se engarza con una de las devociones más universales, la de la Virgen de Guadalupe. Acompañada por los exquisitos sones de la Banda de Música María Santísima de la Esperanza, la tarde del domingo venía a dar testimonio de un fin de semana más cofrade que ferial.