Blas J. Muñoz. Ayer veía la luz una noticia, siempre triste, cuando se
trata del fin abrupto de una etapa. Aduciendo motivos personales, el
hasta entonces Hermano Mayor de la Esperanza, Javier Baena decidía
presentar s dimisión y renunciaba, por tanto, a concluir un mandato que,
entre 2014 y 2015 vino marcado por un buen número de actos
sobresalientes con motivo del Aniversario Fundacional de la corporación
del Domingo de Ramos.
El caso de Baena no es único y,
con cierta dosis de posibilidad, el futuro nos deparará alguno más.
Ello, unido a la endémica dificultad de algunas corporaciones cordobesas
para encontrar regente, mientras que en otras la existencia, por
ejemplo, de dos candidaturas propicia rivalidades irreconciliables, nos
lleva a interrogarnos acerca de los motivos últimos que subyacen.
En
estas página virtuales hemos sido notarios, desde gestoras a votaciones
reñidas, e incluso, a candidaturas únicas que recibieron la reprobación
o falta de confianza de hasta un cuarenta por ciento de los hermanos
reunidos en cabildo. Y siempre ahí quien se pregunta el porqué de seguir
adelante con una oposición evidente. Es sencillo, las Reglas te
amparan, por más que la lógica indique que podría ser más aconsejable
una retirada a tiempo. Si bien, tampoco deja de ser cierto que, en ambos
supuestos, siempre habrá con quien no se acierte y sea el tiempo el que
juzgue si la permanencia resltó fructífera o, por contra, el patrimonio
humano quedó devaluado irremisiblemente, tal y como parece en algunos
casos repartidos por las cofradías de la ciudad.
Sea
como fuere, en el caso de la Esperanza la vitalidad de la cofradía
parece fuera de cualquier atisbo de duda. Ayer, tiempo después de que se
hiciera pública la noticia, alguien me decía que se va un grande. No
conozco al ya Ex Hermano Mayor para valorar en profundidad. Lo que no
deja de ser cierto es que los actos del Aniversario fueron
sobresalientes, incluida una presentación de los mismos a la que, por
estas tierras, no estabamos demasiado acostumbrados. Como tampoco deja
de serlo que consiguió, en el momento de máxima tensión política, que la
Alcaldesa hiciera una levantá. En mi gusto personal y de haber estado
en su lugar no lo hubiera permitido, pero no es menos cierto que la
imagen creó un impacto inmediato, imposible de imaginar apenas unos
segundos antes.
Foto Álvaro Córdoba Hinojo