Guillermo Rodríguez. Resulta una evidencia de todo punto de vista incuestionable que la protección y la conservación del patrimonio colectivo heredado de una hermandad representa una de sus actividades periódicas imprescindibles para la adecuada supervivencia temporal de los elementos que lo configuran.
En base a esta cuestión generalmente aceptada, las diversas corporaciones acometen toda suerte de labores de restauración del ajuar de sus benditos titulares para paliar en la medida de lo posible el inexorable paso del tiempo.
Si hace escasamente unas semanas dábamos cuenta en Gente de Paz de la retirada del culto de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y de María Santísima de la Encarnación para ser sometidos a sendas labores de restauración, ahora es la Hermandad de las Penas de Santiago quien ha comunicado a sus hermanos que, en cumplimiento del mandato recibido por el Cabildo General de hermanos celebrado el pasado mes de enero, el manto de salida de Nuestra Señora y Madre de los Desamparados va a ser sometido con carácter inminente a labores de resanación y enriquecimiento para que la bellísima dolorosa del Domingo de Ramos pueda lucir con todo su esplendor a los pies del Santísimo Cristo de las Penas.
Cabe recordar que la dolorosa no pudo lucir su mejor manto el pasado Domingo de Ramos debido al considerable grado de deterioro que presenta la pieza. De este modo, la junta de Gobierno de la Corporación ha hecho entrega al afamado bordador cordobés Antonio Villar del manto para que realice las labores precisas para recuperar la pieza, una de las de mayor valor de las que posee la hermandad, y dotarla de mayor valor si cabe.