Antonio Rendón. Cuentan los historiadores que la Virgen de los Reyes, Patrona de la Ciudad y de la Diócesis de Sevilla, ya figuró en la profesión que organizó Fernando III, cuando en 1248, en el mes de diciembre, entró en la ciudad tras la reconquista, la figura de la Virgen de los Reyes figuraba en este cortejo fernandino.
Siglos después, con puntualidad británica, partió a las 8 de la mañana, de la Santa Iglesia Catedral, la Virgen de los Reyes, para cumplir con su cita obligada con la Ciudad de la Giralda. La procesión matutina recibe el nombre de Procesión de Tercia. Miles de sevillanos acompañaron un año más a la Virgen de los Reyes en su corto recorrido por el perímetro de la catedral, que fue engalanado con mástiles con gallardetes que ondean al viento. El respetuoso silencio y las muestras profundas de fervor fueron un año más, las tónicas de una procesión que permanece prácticamente inalterable con el paso de los años.
La Puerta de los Palos se abrió y partió con la Cruz Alzada, iluminado por dos ciriales con los niños carráncanos de la Sacramental del Sagrario, precedida por la Banda Sinfónica Municipal acompañada por el coro Litúrgico de Nuestra Señora de la Soledad de la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta. Durante el recorrido han sonado varias marchas y algunas que otra sorprendente melodía y composiciones. Seguido por los miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando, portando cirios blancos. Los nuevos dirigentes del Consejo Superior de Hermandades y Cofradía, salido de las elecciones del pasado 30 de junio, con su presidente al frente Joaquín Sainz de la Maza. A continuación la Sacramental del Sagrario con estandarte azul y sus cirios rojos.
El Himno Nacional a cargo de la Banda de Música de la Segunda Subínspección General del Ejército Sur (Antigua Soria 9) anunció la salida del paso de palio de tumbilla o litera que cobija a la Virgen de los Reyes. Delante venían el Clero Secular, la Coral Polifónica y el Cabildo Catedral. Con su andar ligero habitual, el palio, cuajado de claveles blancos y nardos en las esquinas y sólo claveles en el friso, tomó la calle Placentínes, seguido de cerca por el arzobispo Juan José Asenjo y el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra.
La Virgen que llevó este año el manto de terciopelo rojo bordado en oro a mediados del siglo XIX y donado por la duquesa de Montpensier, ha salido por primera vez tras la restauración llevada a cabo por el profesor Francisco Arquillo.
En las tres esquinas que confronta la procesión cada año, tuvieron lugar esos tradicionales giros completos o “posadas” de la Virgen de los Reyes, que permite a todos los congregados la visión de la Virgen desde todos los ángulos. Las campanas de la Giralda repican en cada una de estas “posadas”. Por fin, la Virgen fernandina alcanzó la plaza que lleva su nombre y su paso fue colocado ante la Puerta de los Palos, parado hasta que las representaciones civiles y militares desfilaron ante ella. La Banda militar y el Ejercito desfilaron ante ella, pasando delante de la Virgen entre los aplausos de la multitud congregada en la plaza. Finalmente la Patrona Virgen de los Reyes cambió el sol por la oscuridad de las naves catedralicias, en las que a continuación se celebró el Solemne Pontifical presidido por el Arzobispo.
Fotos Antonio Rendón Domínguez