Esther Mª Ojeda. La Carrera Oficial de la Semana Santa cordobesa parece haber sido, a lo largo del tiempo, uno de los temas más polémicos y conflictivos de cuantos atañen a nuestras cofradías, máxime teniendo en cuenta el acuerdo y el compromiso al que quedan sujetas todas ellas durante su estación de penitencia. Con el paso de los años, todos los cambios relacionados con esta materia han ido dejando una multiplicidad de anécdotas como buena muestra de la problemática que, a menudo, ha supuesto la instauración del recorrido común con el que han de cumplir las hermandades durante la Semana Mayor.
Con motivo de los últimos acontecimientos y en relación con la nueva Carrera Oficial, en anteriores publicaciones de Gente de Paz nos remontábamos a la década de los 60 en que, por primera vez y de mutuo acuerdo entre el Ayuntamiento y la Agrupación de Cofradías, ese trayecto se trasladaba al entorno de la Catedral, suscitando no pocas desavenencias y hechos reseñables que pasaron a formar parte de nuestro pasado cofrade.
Sin embargo, aquel experimento promovido con especial interés por el alcalde de la ciudad, Antonio Cruz Conde, fue un proyecto de tan solo tres años de práctica (1960-1963), sufriendo asimismo modificaciones condicionadas por los intereses de los negocios establecidos en las calles más céntricas. Todos esos desajustes terminaron por poner fin a la aventura de una Carrera Oficial en la Catedral, deshaciendo definitivamente lo andado en 1964 con un regreso al itinerario anterior.
Ahora que el recorrido común por el que han de pasar las hermandades regresa al templo mayor de la Diócesis y abandona de nuevo el centro por el que han desfilado durante algo más de cinco décadas, cabe recordar un trayecto que, por algún tiempo, también formó parte de la comentadísima Carrera Oficial.
Como ya se ha mencionado anteriormente, en el año 1964, la Córdoba Cofrade se despedía de los alrededores de la Catedral – a excepción de las corporaciones del Viernes Santo – para volver al anhelado centro de la ciudad que tanto facilitaba las cosas a la mayoría de las hermandades aunque con ligeras modificaciones que llegaron a traducirse en un recorrido considerablemente más largo que al que estamos acostumbrados, comenzando en Claudio Marcelo y concluyendo en la Plaza de las Tendillas.
Así pues, se ajustaban los nuevo tiempos al modelo acordado a partir de 1939, el cual se ceñía a un itinerario que comenzaba en la desaparecida Plaza del Salvador seguida de la Calle Calvo Soleto (actual Capitulares) para continuar por Claudio Marcelo, Plaza de José Antonio (Tendillas), Gondomar, Gran Capitán, Góngora, Cruz Conde, José Antonio, Diego de León concluyendo en Alfonso XIII. No obstante, ya en la década de los 50 la idea inicial pasa a ser acortada para finalizar en la Avenida del Gran Capitán junto a la conocida como Glorieta de los Artilleros.
Bajo esa premisa, la polémica Carrera Oficial adquirió una cierta estabilidad hasta que posteriormente, ya en 1975, el recorrido llega a su fin en la Avenida del Gran Capitán con la salvedad de que en esta ocasión comenzaría a desviarse hacia la Calle Conde de Robledo, de acuerdo con la necesidad de emprender un camino de regreso más sencillo con el que también se beneficiaban al poder recrearse en las estrecheces que ofrecían los aledaños de San Miguel, convirtiéndose así en un proyecto bien acogido por todas las partes. En cambio, 1979 llegaría una vez más con otra novedad – fruto de unas obras que tenían lugar en Gondomar – que consistía en continuar por Cruz Conde a la salida de las Tendillas y así seguir por la Calle Góngora y Gran Capitán hasta la esquina con Conde de Robledo.
Ya una vez finalizadas las obras que imposibilitaban cualquier trayecto por la Calle Gondomar, esta sería de nuevo escogida como lugar de paso necesario en la práctica de la Carrera Oficial. Y así, como recuerdo gráfico de lo relatado, la comunidad cofrade cordobesa entraría en la década de los 80 dejándonos instantáneas de aquel desaparecido itinerario como las que ilustran este artículo, en las que se pueden apreciar desde un grupo de Batidores a caballo de la Policía Municipal de Córdoba aguardando a la Cruz de Guía de la Hermandad de la Sentencia para acompañarla hasta la salida de la Carrera Oficial – tomada junto al Círculo Mercantil en un evidente último tramo del recorrido común – pasando por el momento en el que, en 1983, dicho paso de misterio gira hacia la Calle Góngora escoltado por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol de Sevilla.
Cabe por ello, igualmente destacar la fotografía que encabeza este artículo, también de 1983 en la Avenida del Gran Capitán y por lo tanto en plena Carrera Oficial, en la que se muestra con más detalle tanto el primitivo misterio – de Martínez Cerrillo – como el antiguo paso de la corporación de San Nicolás, en el que llaman la atención los característicos hachones de cera roja, el exorno floras y las dimensiones, notablemente más reducidas que el paso actual del Señor.