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lunes, 10 de diciembre de 2012

Quisiera ser

Inundaba la calle el aroma a azahar. Aquella mañana estrenamos un pedacito de nuestra historia como se estrenan cada Domingo de Ramos esas pequeñas cosas que configuran nuestra esencia.

Quisimos escudriñarte entre la multitud y convertirnos en una más de las insignificantes rocas que configuran el cauce por el que navegas. Te esperábamos envueltos en una fascinante fusión de inquietud, ansiedad, expectación…nutrida por la carencia del año previo, ese que nos privó de tu presencia, y nos obsequió únicamente con unos destellos de tu esencia gitana en el cancel de tu puerta, mientras la lluvia regaba nuestros cuerpos y Tú rociabas nuestras almas. Cómo olvidar aquél momento extraordinario, excelso…. Y ahora, allí estábamos, al borde de la felicidad absoluta que destila tu sonrisa de Madre, la que se ofrece al universo mientras le roban su joya más preciada.

La cruz de guía se abrió paso entre la inmensidad…lentamente; parecía inconcebible que pudiera parirse un sendero entre la bulla impresionante, pero una vez más, lo imposible se produjo. Un cortejo de túnicas blancas y verdes se derramó por nuestras orillas. Los ciriales anunciaron la llegada de tu hijo y Bailío se hizo silencio. Su inmensa nave progresó a través de la noche, y una marcha convocó a la oración. El silencio se convirtió en clamor, el clamor en devoción y la devoción en Pasión; Y la perfecta simbiosis de música y costal creó arte para regalarnos una sucesión de momentos indescriptibles que desbocaron nuestros corazones. Cuando reviró en dirección a tu antiguo barrio, supimos que nuestra desazón se transmutaría en necesidad renovada, que nos dominaría hasta que tu paso nos regalase tu presencia. Los minutos se hicieron eternos mientras las dos hileras de nazarenos derramaban la cera de sus oraciones sobres las piedras de la cuesta que se había transformado en un trozo de Cielo.

Súbitamente el aroma del incienso emanó desde Capuchinos y la luminosidad de tu candelería comenzó a hacerse nítida. Y observamos tu palio de malla atravesado por la noche de abril, y la mecía de tus bambalinas acariciando nuestras ilusiones y se inundaron con tu mirada los rincones de nuestras entrañas y se transformaron nuestros desasosiegos en infinita Esperanza. Y las palabras se apagaron para mutar primero en silencio, después en éxtasis y al fin en una explosión de palmas que te glorificaban, porque el aplauso del gentío es alabanza verdadera de devoción pura y plena que siempre adornó y adornará tu bendita ribera, aunque la inquisición ignorante de unos pocos pretenda amordazar al pueblo. Y tras el delirio, la calma…todo acabó en un suspiro… con tu verde manto perdiéndose en la corriente del río y tu ausencia en mi corazón hasta que nuestras miradas se encuentren de nuevo, en la Gloria de mis sueños...

Quisiera ser candelero
que ilumine tu mirada
y el humilde costalero
que con su sudor te alaba.

Quisiera ser el pañuelo
para ahogar tus amarguras
y ser palio bajo el Cielo
malla de azahar, gloria y luna.

Quisiera ser terciopelo
que engalane tu figura
y capataz del velero
que atesora tu hermosura.

Quisiera ser nazareno,
oración, marcha y mantilla,
llamador y saetero
para sentirme en tu orilla.


Y el anhelo de tambores,
saeta y trabajadera,
que me inunda de pasiones
como cada primavera.


Guillermo Rodríguez




El 8 de diciembre de 1939, fiesta de la Inmaculada Concepción, un grupo de hermanos se reúne para fundar una Hermandad en la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas. El 28 de enero de 1940, se erige canónicamente en el mencionado templo la "Piadosa Hermandad y Cofradía de Penitencia del Santo Cristo de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza", se aprueban sus primeros estatutos, adoptándose como escudo una "áncora abrazada por una Corona de Espinas", símbolos respectivos de la Esperanza y de la Pasión, a los que tiempo después se añadirían dos símbolos referentes a la estrecha vinculación con la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas; el Dragón de Santa Marina y su Palma de Martirio. 

El Domingo de Ramos, día 17 de marzo de 1940, a las siete y treinta de la tarde, la Cruz de Guía se pone por primera vez en la calle con María Santísima de la Esperanza. La imagen mariana que por aquél entonces se venera, es una antigua escultura de autor anónimo, talla completa y dimensiones algo inferiores al natural, propiedad particular. Esta imagen, muy popular entre el colectivo gitano cordobés, concitó que buena parte de sus primeros cofrades fuesen de raza gitana marcando para siempre "el estilo, la forma de procesionar y de estar” en la calle de la Hermandad. El 27 de mayo de 1947 fue bendecida la actual imagen de Mª Stma de la Esperanza y el 27 de mayo de 1954, la de Nuestro Padre Jesús de las Penas, ambas del maestro Juan Martínez Cerrillo.













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