Cuando no puedas con el peso, allí estaré Señor, siendo tu
fiel cirineo; y apretaré mis hombros para aliviar la carga que llevas sobre los
tuyos. Cuando me necesites allí estaré, a tu lado, ayudándote en la lucha
cotidiana, como siempre haces conmigo. Porque Tú eres mi Padre, mi Fuerza, mi
Amigo, mi Dueño, mi Oasis, mi Verdad... y yo… yo sólo soy el anónimo costalero
que te ayuda con la carga de la
Cruz de nuestras miserias, sin pretender más reconocimiento
que tu mirada agradecida por echarte una mano para levantarte por cuarta vez…
Déjame llevar tu cruz
cuando pases por el puente
que es cirineo, Jesús,
el hombro de quien te
siente.
Por el mundo pecador
llevas la cruz del martirio;
si tuviera tu valor
me cambiaría contigo.
Costalera es la pasión
que aventa tu cofradía;
para calmarte el dolor
quiero curar tus heridas.
Llevo bordado el costal
Dulce Nombre de María
el sueño se hizo verdad,
bendito sea aquél día.
Cargado con el madero,
el que más pesa y más duele,
la cruz del odio más fiero;
martirio al Rey de los Reyes
por darme un sitio en el
Cielo.
Guillermo Rodríguez
Existen datos de la advocación de la Vera-Cruz en Córdoba
desde el siglo XV en una ermita del Campo de San Antón o en el Convento de San
Pedro el Real, actual Parroquia de San Francisco y San Eulogio. La corporación
da culto al Cristo de las Maravillas y a Nuestra Señora del Milagro, realizando
Estación de Penitencia a la
Santa Iglesia Catedral el Jueves Santo, con hermanos de luz y
disciplinantes. A finales del siglo XVII salen cuatro pasos, Santa Cruz, San
Juan, Cristo de las Maravillas y Ntra. Señora del Milagro. Existen dos
versiones sobre la localización actual del primitivo Titular de la Corporación. Una
primera que lo ubica en el Convento de la Visitación, de las RR.MM. Salesas de nuestra
ciudad. Es un crucificado devocional, de grandes dimensiones, obra del siglo
XV, de rasgos arcaicos, que parece ser estuvo en una capilla de la Iglesia de San Francisco y
San Eulogio. Otra versión, documentada por el profesor Aranda Doncel, lo
localiza actualmente en el crucificado que se encuentra en el retablo del Altar
Mayor de la propia Parroquia de San Francisco. Varios lamentables hechos azotan
el devenir de la historia cofrade de la ciudad en el siglo XIX, entre ellos, el
desalojo de las comunidades religiosas de varios conventos con motivo de una
epidemia, la exclaustración de los religiosos decretada por José I y la
destrucción de iglesias por la invasión francesa. Sin embargo el revés más
importante, se produce en 1820 cuando el no suficientemente denunciado obispo
Trevilla, prohíbe las procesiones en la capital de la diócesis fijando sólo la
del Santo Entierro la tarde del Viernes Santo y destrozando la tradición y la historia
de la Semana Santa
de Córdoba para siempre. La
Cofradía se mantiene gracias a sus bienes patrimoniales con
varias casas en la capital, pero la desamortización decretada por Espartero en
1841, termina por llevarla a su extinción.
El 31 de Julio de 1980 un grupo de jóvenes en torno a una Virgen
de los Dolores, en el Convento del Buen Pastor funda la nueva Hermandad de
Nuestro Padre Jesús de la
Amargura en su encuentro con la Santa Verónica y
María Santísima de los Dolores Gloriosos. La reglas se aprueban en Octubre de
1987 que reconocen que la
Hermandad refundaba la antigua Archicofradía de la Vera-Cruz, con todos sus
títulos y privilegios acumulados en los siglos. Antonio Dubé de Luque talla la
imagen de María Santísima del Dulce Nombre, que es bendecida el 1 de Abril de
1984 en el convento del Buen Pastor por Fray Ricardo de Córdoba. El 7 de
Diciembre de 1985 se produce el traslado a la Parroquia de San José y
Espíritu Santo. El 8 de Febrero de 1987 el obispo Infantes Florido bendice la
imagen de Nuestro Señor de los Reyes (Dubé de Luque), El Lunes Santo, 25 de
Marzo de 1991, la
Archicofradía realiza su primera Estación de Penitencia.