Cuando se cumplen siete años del
regreso a su Santuario de la Reina de las marismas, el pueblo de Almonte se
prepara para otra nueva venida de la Virgen, las casas empiezan a ser encaladas
y las vecinas comienzan a hacer flores de papel y a forrar los arcos que se
levantan en honor a su patrona con motivo de tan importante celebración. En su
blanca ermita marismeña, es el mes de agosto cuando aparece con su traje
de viaje o como popularmente es conocido por sus hijos “de Pastora”.
Este traslado de la Virgen a
Almonte está documentado ya en 1607, se supone que anteriormente se hubiese
llevado la Virgen a Almonte por motivos de la época: sequias, epidemias etc…
Que eran los motivos habituales para esta celebración sin fecha fija. Los
motivos fueron diversos generalmente epidemias de peste o sequias,
agradecimientos por sucesos relevantes o por peligros como el traslado de 1909
por la invasión francesa. En 1949 se establece la costumbre de realizarlo
cada siete años, y así sucede desde 1956 hasta la fecha.
Actualmente, la Virgen sale de su
Ermita la tarde del 19 de agosto, coincidiendo con la celebración de la
fiesta conocida popularmente como “Rocío Chico”, en que se renueva el voto del
pueblo de Almonte a su patrona con motivo de la invasión napoleónica en 1813.
Como hemos indicado, la Virgen va vestida de Pastora y a hombros de sus
almonteños recorre su aldea engalanada por el camino de los Llanos, donde a la
puesta del sol, las camaristas cubren su rostro con un velo al que se conoce como
“pañito”, entre el rezo de varias salves, cubren también a la Virgen con el
guardapolvos que la protegerá del polvoriento camino. Durante todo el trayecto
los almonteños saludan a su Virgen con multitud de salvas de escopetas, y así
comienza la Virgen su recorrido por el camino de los llanos durante toda la
madrugada entre arenas y pinos.
Otra de las peculiaridades del
traslado son las abuelas almonteñas que caminan delante de la Virgen portando
sus atributos de reina: ráfagas, corona, media luna etc… Y cuya popularidad le
han valido un monumento en una de las plazas de Almonte. Al amanecer, Almonte
recibe a su Virgen en el Chaparral con las primeras luces del día, instante
emotivísimo donde el fervor del pueblo almonteño alcanza su magnitud. El ritual
se repite, entre el rezo de multitud de salves, las camaristas le quitan el
guardapolvos y seguidamente el pañito. Al descubrir el rostro de la Virgen
suena una atronadora salva de escopetas y los almonteños rompen en vivas y
piropos a La Reina de las Marismas.
Ya por la mañana, la Virgen
recorre varias calles de Almonte hasta la Iglesia Parroquial de la localidad,
donde queda depositada entronizándose en su altar mayor. Allí permanecerá nueve
meses hasta las vísperas de su fiesta de Pentecostes, nueve meses en que la
parroquia se convierte en parada obligatoria para todos los vecinos, que se
reúnen cada tarde a cantarle la salve, y hacen turnos de guardias durante la
madrugada para custodiar a su patrona.
La venerada Imagen de la Blanca
Paloma, es una talla del siglo XIII de estilo gótico, posteriormente en el
siglo XVI fue adaptada para ser vestida al modo de las grandes damas españolas
tal como la vemos actualmente. El Niño que porta en sus brazos es del siglo
XVIII atribuyéndose a Cristóbal Ramos. Sobre el origen del traje de Pastora no
está muy bien documentando pero existen dos hipótesis, la que sitúa su origen
en el siglo XVII y la que sostiene que fue en el siglo XIX cuando empezó a
vestirse de este modo.
Ambas postura convergen en la
idea más probable. Si nos atenemos a que otras imágenes como la de Araceli
empezaron a vestirse de Pastora a partir del siglo XVIII, puede ser más
probable la segunda opción, no obstante tenemos un antecedente: La imagen de la
Virgen Peregrina de Pontevedra, o la del mismo título de Sahagún (León), que
aparecen vestidas como los peregrinos de la ruta Jacobea.
La costumbre de ataviar de
Pastora las imágenes de la Virgen pudiese comenzar con el auge de la devoción
pastoreña, influenciada por esta. Así vemos como en Lucena, la Virgen de
Araceli empezó a ser vestida así tras unas predicaciones del apóstol pastoreño,
fray Diego José de Cádiz. Los misioneros capuchinos divulgaron la advocación
pastoreña y en pueblos y ciudades, las imágenes más queridas empezaron a
vestirse de Pastora. Caso así podría ocurrir en Almonte, pero al adaptarse a
una imagen erguida y no sedente como las pastoras, se adapta el traje de viaje
de las grandes damas castellanas del siglo XVII.
Este se compone de una amplia
falda ajustada al verdugado, normalmente en color crema utilizando ricos
brocados, pero que en los dos últimos traslados se ha sustituido por faldas
bordadas en oro. Sobre la misma se disponen dos filas de cinco corazones de
plata, exvotos de la casa Real Española y que llevan grabado los nombres de los
infantes, fueron recuperados en el traslado de 1998. El manto que cae sobre sus
hombros es habitualmente de color granate en llamativos brocados y se le coloca
con hermosos pliegues a la usanza barroca.
Sobre los hombres lleva la
esclavina o bohemio, en terciopelo granate oscuro bordada en oro, y en su
cabeza el característico sombrero de pastora con flores y lazos a la espalda, y
bajo el cual asoma su pelo peinado con graciosos tirabuzones. Posee la Señora
una amplia variedad de sombreros, pues en las últimas venidas viene estrenando
uno. Es el sombrero lo que le da la impronta de Pastora a este traje que
aunque propiamente es de peregrina, el pueblo lo llama de Pastora y lo
relaciona a la advocación surgida en Sevilla en 1703.
Hasta 1949, el Niño de la Virgen
aparecía vestido de Rey con el mundo y el centro en sus manos. Ese año, la
Hermandad de la Palma del Condado le regala al Divino Pastorcito las ropas de
Pastor con pantalones, pellico de lana y sombrero de plata. En sus manos se le coloca
unas flores y un cayado pequeñito.
"Cada siente
primaveras,
iré a buscarte hasta
Almonte,
cada siete
primaveras...
allí trasladas tu
corte
como tu pueblo
desea."