Hermosas imágenes de nuestro colaborador Antonio Poyato del altar de cultos en honor del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo.
El Santísimo Cristo de la Misericordia es una imagen de Cristo crucificado, de autoría anónima y datable, según los estudios realizados, a finales del siglo XVI. El profesor Rafael Rivera Valle, que lo sometió a una minuciosa restauración en 1983, explicó que, en su opinión, representa el momento del desplome, es decir, el inmediatamente posterior a la Expiración, aunque la presencia de la llaga en el costado no parece confirmar esta teoría.
La imagen se puede catalogar en el estilo manierista, y muestra con un perfil muy estilizado y una cintura significativamente estrecha. La cabeza aparece inclinada hacia su derecha, los ojos y la boca están ligeramente entreabiertos y la colocación de la melena deja al descubierto con claridad la parte izquierda del rostro.
El Santísimo Cristo de la Misericordia comparte características de las llamadas escuela sevillana y escuela granadina de la escultura andaluza de su tiempo, por lo que no es fácil adscribirlo a una u otra. En cualquier caso, la finura de la talla y la delicadeza de la anatomización muestran sin duda alguna la mano y las gubias de un artista perfectamente conocedor de la técnica imaginera.
Como queda dicho, no se conoce el nombre de su autor ni la fecha exacta de su creación o consagración, ya que durante la citada restauración operada en 1983 se encontró en su interior un documento escrito, pero que hacía referencia exclusivamente a otra restauración anterior, operada en 1939 y llevada a cabo por el artista cordobés Rafael Díaz Peno, director artístico de la hermandad durante muchos años.
La restauración de 1939 no se limitó a reparar las partes que por el paso del tiempo hubieran necesitado un arreglo, sino que modificó sustancialmente el aspecto de la imagen. En efecto, manipuló la barba, que fue reducida en tamaño y minuciosidad del tallado de forma muy significativa, añadió algunas partes de escayola en la melena, sustituyó la corona de espinas, probablemente modificó la policromía —aunque este dato no es seguro, porque las fotos anteriores a esa restauración son todas en blanco y negro— y policromó el sudario, que anteriormente era de color blanco liso y en el que incluso llegó a estampar el escudo de la hermandad fundada en 1937. Dada la imposibilidad de recuperación del original que produjeron algunas de estas actuaciones, la restauración de 1983 mantuvo el aspecto que la imagen había ofrecido desde 1939, retirándole solamente el añadido de escayola en la melena.
Lleva la imagen sus potencias originales de plata sobredorada, cinceladas en 1800 por el orfebre cordobés Mateo Martínez Moreno.
Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo es una imagen de autoría anónima, que –al haber sido titular de una hermandad de los Dolores fundada en los años finales del siglo XVII– tuvo que ser tallada, como mínimo, en la fecha citada (último tercio del siglo XVII), si bien algunas opiniones adelantan su creación hasta un siglo antes. Su aspecto externo no difiere sustancialmente del de tantas otras imágenes de su estilo y época: es una imagen de vestir, con una estatura de 1,64 metros, ojos grandes con pestañas naturales y lágrimas de cristal, a razón de cuatro por mejilla, y boca entreabierta que deja ver algunos dientes. Parece ser que las manos son de época posterior.
Al hacerse cargo de la efigie la hermandad de la Misericordia, en 1950, fue sometida a una primera restauración por Rafael Díaz Fernández; en dicha restauración se descubrió que el rostro no es de madera tallada, sino de terracota policromada. Otra restauración, que consistió exclusivamente en la reparación de algunas pequeñas grietas, le fue practicada a la imagen en 1978 por Manuel Camacho Melero. En 1987 Ignacio Torronteras Paz le hizo un nuevo candelero y adelantó ligerísimamente su torso.
Del valioso ajuar de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo destaca especialmente la corona procesional, de plata cincelada y dorada con aplicaciones de oro y pedrería, realizada en 1954 por el orfebre cordobés Rafael Peidró. Lleva la corona rica iconografía: en la parte frontal del canasto aparece el escudo de la hermandad, escoltado por las imágenes de San Acisclo y Santa Victoria; en la parte trasera, la tiara pontificia –símbolo de la parroquia de San Pedro– está acompañada de otros dos Mártires cordobeses: San Eulogio y San Marcial. La parte central del resplandor reproduce, en su frontal, la urna con las reliquias de los Santos Mártires que se custodia en San Pedro, y en su trasera hay una inscripción relativa a los donantes.