Soledad y plata, marfil y caoba
impregnando el cáliz de mis recuerdos. Agazapada mi alma en una esquina, observo
pacientemente el avanzar de tu cortejo atravesando la oscuridad. Yo se,
Nazareno, que el peso de mis pecados dificulta tu caminar. Por eso, Señor, cada
vez que caes al suelo, mi espíritu se arrodilla a tu vera para secarte el sudor
con el sudario de mis oraciones y limpiar tu rostro de la sangre del rechazo,
el miedo y el olvido de este mundo ingrato por el que ofreces el mayor de los
sacrificios… no hay mayor amor que el del que da la vida por los demás… y por
un instante quisiera cambiarme por ti y soportar el castigo de plata que lacera
tu espalda azotada… pero mi cobardía me devuelve a la realidad y comprendo que no
puedo estar a tu altura… y sólo puedo permitirme lo que hago… acompañarte en
silencio… entre mis pensamientos… y consolar el corazón de tu Bendita Madre
Nazarena.
Fuente fotográfica
Entre una nube de
incienso,
Viernes Santo
Madrugada,
llevas la cruz del
silencio
huyendo de las
miradas.
No comprendo Padre
Mío
la impotencia que
padeces
ni el por qué de tu
martirio
si el hombre no lo
merece.
Llanto de sangre y de
muerte
en los ojos de tu
Madre,
la que llaman
Nazarena
se muere en sus
soledades.
Cruz de plata y de
pecado,
de olvido y de
sufrimiento,
cargan tus hombros
cansados
por redimir a este
pueblo.
Y llora San Agustín
cada gota de la
sangre, Nazareno,
que Tú derramas por
mí,
cargas la cruz en
que vas a morir
pa’ hacerme un hueco
en el Cielo.
Guillermo Rodríguez
Fuente fotográfica
En la calle Carchenilla, hoy de
Jesús Nazareno, del barrio cordobés de San Lorenzo se documenta la existencia,
anterior a 1490, del hospital de San Bartolomé, establecimiento asistencial con
seis camas para pobres enfermos. El pequeño hospital y su ermita son propiedad
de una antigua hermandad que en 1579 se convierte en cofradía de penitencia sin
por ello abandonar su primitivo carisma asistencial, como lo prueban el
mantenimiento del antiguo hospital o iniciativas como la creación de un refugio
de pobres en 1629, para dar adecuado cobijo a los menesterosos, o el socorro a
los más necesitados en la dramática carestía de 1737 y 1738. Hito el más
importante de esta vertiente asistencial es el ingreso en la cofradía del padre
Cristóbal de Santa Catalina el 11 de febrero de 1673, y la inmediata fundación
de la congregación hospitalaria que hoy mantiene su espíritu de entrega a la
pública utilidad.
En la fecha histórica del 21 de
marzo de 1579 el obispo fray Martín de Córdoba y Mendoza aprobaba
la Regla de los cofrades de Jesús Nazareno y del glorioso apóstol san
Bartolomé,
Acerca de la fecha y autor de la
imagen de Jesús Nazareno hay dos teorías o hipótesis de trabajo, basadas en
apreciaciones sobre los rasgos estilísticos que presenta la escultura. En ambos
casos se carece de base documental. Zueras Torrens afirma en el pregón de la Semana Santa
cordobesa de 1980 que las características estilísticas se corresponden con las
del escultor Andrés de Ocampo. Villar Movellán sostiene que la obra debe ser
atribuida a Matías Conrado y la sitúa en torno a 1625. La fecha hay que
descartarla ya que la escultura de Jesús Nazareno data de la época de la
fundación de la Cofradía
y con toda seguridad es anterior a marzo de 1613, fecha del primer libro de
actas de los cabildos de la hermandad que ha llegado a nuestros días. En el
supuesto de que hubiera sido ejecutada con posterioridad a 1613 vendría
reflejado en las citadas actas por ser un hecho relevante.
La única aportación documental
que hemos encontrado es el testimonio del capellán del hospital de Jesús
Nazareno recogido en un inventario de bienes de la cofradía elaborado en 1728,
en ella se informaba de que la imagen era del paso de la Columna y que estaba en la
iglesia y hospital antes de que se fundara la Cofradía. Esta
hipótesis tiene visos de realidad, ya que determinados rasgos de la obra vienen
a confirmarla. En efecto, se trata de una imagen de cuerpo entero policromada y
acabada en su conjunto en la que se representa a Cristo con sudario. La
posición de la espalda y los pies, la inclinación del cuerpo, el tratamiento
del cabello y la dirección de la mirada son algunas de las características que
avalan el testimonio del mencionado sacerdote que, a la vez, aporta datos de
tipo cronológico. La realización de la escultura sería anterior a 1579. En
cambio, aparecen otros rasgos, como la corona de espinas labrada en la cabeza,
que contradicen dicha tradición.
Durante el siglo XVII la imagen
titular de la cofradía de Jesús Nazareno despierta un intenso fervor. El fenómeno
traspasa el marco de la hermandad y se extiende a las distintas capas de la
sociedad cordobesa. El fuerte arraigo popular del Nazareno se manifiesta a
través de varios indicadores. Entre ellos cabe destacar la salida en procesión
de rogativas en situaciones calamitosas provadas por sequías y epidemas.
A lo largo del siglo XVII la Santa Sede concede una
serie de privilegios espirituales, tanto a la cofradía como a la imagen de
Jesús Nazareno, que van a tener incidencia en el patente arraigo popular.
Unas décadas más tarde la Santa Sede concede un
jubileo a todos los fieles que visitaren la imagen de Jesús Nazareno en
determinados días.
Si bien las bulas actúan como una
especie de revulsivo, la devoción a la imagen de Jesús Nazareno goza de una
devoción popular con anterioridad a la concesión de los citados beneficios
espirituales. Tenemos constancia documental de que la efigie titular de la
cofradía se halla muy arraigada en la población cordobesa desde finales del
siglo XVI. Forma parte del reducido grupo de advocaciones a las que se pide su
intercesión en momentos difíciles durante el XVII.
Las devociones que despiertan un
mayor entusiasmo en Córdoba a lo largo del siglo XVII se limitan a dos
advocaciones marianas -Virgen de la Fuensanta y Nuestra Señora de Villaviciosa-,
reliquias de los Santos Mártires, Arcángel San Rafael y Jesús Nazareno.
El fervor a Jesús Nazareno
empieza a cobrar importancia al poco tiempo de aprobarse las reglas de 1579. En
los años finiseculares tiene un indudable protagonismo corroborado por el hecho
de la imagen salga en rogativa en situaciones calamitosas como sequías y
epidemias.
La primera vez que tenemos
documentada la salida del Nazareno es en la primavera de 1600. La sequía
pertinaz que asola los campos motiva rogativas encaminadas a pedir la lluvia.
Entre ellas cabe destacar la procesión organizada con la imagen titular de la
cofradía que va acompañada por la de Nuestra Señora de Gracia, advovación
mariana muy popular en el barrio de San Lorenzo.
La imagen fue restaurada en el
año 1978 por Andrés Valverde Luján, Juan Reyes Molinay Enrique Hinojosa
Catalán.
En la actualidad procesiona
vestido con una túnica de terciopelo color morado con bordados en hilo de oro,
mostrando motivos florales de gran belleza. La Cruz de plata que lleva sobre sus hombros fue
realizada en 1860 por el platero Francisco Parias Álvarez, sus brazos son
lisos, los cantos moldurados y dorados, las cantoneras son de rocalla con
motivos pasionistas y, en el crucero, lleva un disco a cada lado, decorado con
el león en uno y el cordero en otro.