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martes, 16 de julio de 2013

La fe del macareno está impregnada de Esperanza

Entrevista a Manuel García, Hermano Mayor de la Macarena.

El pasado 1 de junio, el arzobispo de Sevilla abrió la puerta principal de la Basílica de Nuestra Señora de la Esperanza, cumpliendo así con el rito establecido para el inicio del Año Jubilar que la Santa Sede ha concedido a la Hermandad de la Macarena. Un año de actos centrados en el templo de los macarenos, que tendrá su culminación el próximo mes de mayo, cuando la Virgen de la Esperanza salga en procesión extraordinaria hasta la Plaza de España. Allí se celebrará el pontifical del 50º aniversario de la coronación canónica de la Macarena. Manuel García, número diez de la corporación de la Madrugada, es su actual hermano mayor, cargo para el que resultó elegido en 2009.



  • D. Manuel, ¿se puede definir de alguna manera la condición macarena?

Si nos fiamos de la definición que recoge el diccionario de la Academia Española de la Lengua, macareno es cualquier vecino del barrio de la Macarena. Pero creo que se queda bastante corto, ya que hay macarenos en cualquier parte del mundo. La universalidad de la Virgen de la Esperanza es la responsable de ello. Yo diría que el macareno es aquella persona que, además de ser católica, ha decidido libremente formar parte de la Hermandad de la Macarena por la devoción que profesa a sus Sagrados Titulares.

  • Y usted, ¿por qué es macareno?

Por tradición familiar, por vecindad y por supuesto también por devoción.

  • ¿Ser macareno marca el carácter, la forma de ser?

Es cierto que cuantos pertenecemos a la Hermandad, aquellos que lo hacemos con un verdadero sentimiento de pertenencia, acabamos actuando en el día a día de una forma parecida, salvando las lógicas diferencias entre unos y otros. Los macarenos nos caracterizamos porque nuestra fe está impregnada de esperanza, somos cristianos alegres y nos sentimos felices de considerarnos Hijos de la Esperanza; además, los acontecimientos históricos que ha padecido nuestra Hermandad nos ha enseñado a ser agradecidos y, para ello, también debemos ser generosos con los demás.

  • Don Manuel, ¿por qué este Jubileo?

Cuando nos planteamos cómo debíamos conmemorar el Cincuentenario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza llegamos a la conclusión que no debíamos plantear unos actos que sólo se quedaran en un simple recuerdo de lo sucedido en el año 1964, sino que estábamos obligados a dar un paso más y adecuarnos a la situación que nos ha tocado vivir en la actualidad.

  • ¿Qué recuerdos tiene de aquella coronación?

Cuando se coronó la Virgen de la Esperanza yo ya había cumplido las bodas de plata en la Hermandad. Guardo muchos recuerdos de aquellas inolvidables jornadas: los preparativos en el templo, el traslado a la Catedral, los cultos en su interior y la procesión de regreso, pospuesta en varias ocasiones. También recuerdo la frustración por no haberse podido coronar en la Plaza de España como estaba previsto.

  • El Jubileo conlleva algo más que el recuerdo de un acontecimiento histórico para la Hermandad.

Así es. Además de eso, pretendemos aprovechar esta efemérides después de una sincera reflexión sobre la situación actual de la Iglesia y de nuestro compromiso cristiano. Para ello hemos planificado una serie de actos con un marcado carácter eclesial, de forma que la Hermandad no se viera como una isla aislada en el inmenso océano que constituye la Iglesia, sino que forma parte integrante de ella, y que nos importan y nos interesan todas sus realidades. También creímos que era el momento de reforzar la Basílica de la Macarena como destacado centro de peregrinación mariano.

  • Hablemos de la Basílica, D. Manuel, ¿cree que le falta algo para ser considerada definitivamente como un referente de devoción mariana de primer orden?

No voy a descubrir nada si digo que la Virgen de la Esperanza es conocida en numerosos países. Tenemos constancia que la Virgen recibe culto en una veintena larga de países de América, Europa, África y Asia, y en casi cincuenta localidades españolas, y que la Hermandad cuenta con Hermanos en casi todas las provincias españolas, así como en más de veinte países. La Basílica es ya un referente de devoción mariana; basta con acercarse hasta ella en cualquier momento para ver cómo continuamente traspasan sus puertas personas venidas desde cualquier lugar del mundo. No resulta extraño entrar y ver algún grupo de peregrinos celebrando misa en coreano, japonés, alemán o en cualquier otro idioma. Quizás si desde algunos sectores de la propia ciudad no hubiese el recelo que en ocasiones percibo para reconocer este hecho, se podría avanzar mucho más y esto redundaría en beneficio de la propia ciudad.

  • ¿Cómo están respondiendo los hermanos a esta iniciativa?

Son muchos los hermanos que ya han alcanzado el jubileo. Estoy convencido de que conforme vayan pasando los días serán muchos más los que lo consigan. En la web que hemos creado para el seguimiento de este acontecimiento hemos dejado abierta la posibilidad de que los hermanos que lo deseen puedan colaborar como voluntarios.

  • ¿Realmente se trata de una devoción que supera fronteras?

Es cierto que la devoción a la Virgen de la Esperanza no conoce fronteras y buena prueba de ello son las historias que me cuentan algunos de los que desde fuera de nuestras fronteras acuden a la Basílica. Por citar tan sólo una, la relatada en la Sabatina dedicada hace pocos días a la Pastoral de Misiones de la Archidiócesis. El delegado diocesano, don Eduardo Martín Clemens, nos transmitía en su homilía su sorpresa cuando al llegar al Perú en su primera misión se encontró que muchas viviendas situadas en las zonas más humildes del país lucían en sus muros, cogidas con unas simples chinchetas, unos almanaques de gran tamaño en los que aparecía una fotografía de la Virgen de la Esperanza. Historias como ésta las he escuchado referidas a otros países de Hispanoamérica.

  • Sabemos que la Hermandad hace un esfuerzo importante por aumentar los cultos diarios en el templo.

Somos conscientes de que la falta de vocaciones está produciendo situaciones de difícil solución y que este problema es común a todas las diócesis españolas. En la Basílica de la Macarena se celebran, además de los cultos recogidos en nuestras Reglas, veinticinco misas semanales y también procuramos que se pueda celebrar diariamente el Sacramento de la Confesión. Además de la asistencia del rector de la Basílica y del vicario parroquial, contamos con la colaboración de varios sacerdotes jubilados y residentes en la Casa Sacerdotal, así como con la de don Antonio Mª Calero. A todos ellos les estamos enormemente agradecidos y continuamente le estamos pidiendo al Señor que les permita seguir desarrollando esta labor pastoral.

  • La acción social, don Manuel ¿Qué ha tenido que pasar para que la hermandad deje atrás las reservas que había no hace mucho a la hora de hacer público lo que se hace en este campo?

En este sentido, la Hermandad seguía siempre aquello de que “tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”, y generalmente tan sólo los hermanos que acudían a los Cabildos o la autoridad eclesiástica alcanzaban a conocer, aunque fuese en términos generales, lo que en este campo realizaba la Hermandad. No podemos evadirnos de que nos encontramos totalmente inmersos en la denominada sociedad de la información, y que esta labor pretende ser conocida por todos. Por otro lado, la Iglesia en general y nuestra Hermandad en particular viene recibiendo en los últimos años numerosos reproches, por no decir ataques, desde diversos ámbitos que pretenden una sociedad no ya laicista sino contraria a cualquier hecho religioso o, al menos, al cristianismo. Teniendo en cuenta que los fines fundamentales de nuestras hermandades son el culto, la formación y la caridad, y que los dos primeros han sido siempre ampliamente difundidos a través de las convocatorias y los medios de comunicación, quizá ha llegado el momento para que también se difunda el tercero, de manera que la percepción de nuestras corporaciones sea más completa y más entendible. Al menos, para los que estén predispuestos a comprendernos.

  • Con el inicio del Jubileo aún reciente en la memoria, ¿cómo querría que se recordara este acontecimiento?

Me gustaría que cuando hubiera finalizado el Jubileo, al volver la vista atrás, comprobara que la Virgen de la Esperanza ha conseguido atraer a multitud de peregrinos y que estos se han marchado con una devoción renovada a la Santísima Virgen. Que con los actos de cultos celebrados se hayan derramado numerosas gracias sobre los participantes, que todos los hermanos hayan aumentado su sentimiento de pertenencia a la Iglesia de Sevilla, que las conclusiones del Congreso Mariano y Mariológico Internacional sirvan para profundizar en el conocimiento de María, y que la Virgen de la Esperanza se hubiera sentido completamente arropada por sus hijos en todos los actos conmemorativos del Cincuentenario de su Coronación Canónica.

  • Terminamos. Si digo Macarena, ¿qué me responde?

Mi madre. Mi vida.











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