Voy a intentar expresar con palabras, este sentimiento que nos corre a muchos por las venas y que en ocasiones cuesta contar a personas que no están dentro de este mundillo.
A menudo la gente me pregunta que por qué soy costalero. Es algo tan difícil de explicar que ni uno mismo sabe cuáles son los verdaderos motivos que te llevan a meterte bajo un paso.
Como dijo un gran amigo mio en su momento, quizá la pregunta no sea por qué te haces costalero, sino por qué el Señor o su Bendita Madre te ha elegido a ti y te ha puesto en el corazón el deseo y la necesidad de ser costalero.
Lo que para muchos puede parecer una locura (llevar un montón de kilos a cuestas!!) para la gente que se pone o se ha puesto alguna vez un costal es algo inolvidable y que no cambiaría por nada, ya que lo que se vive y siente debajo de la trabajadera es algo tan bonito que no se puede explicar con palabras. Puedes explicar lo que pasas físicamente, dolor y sufrimiento, pero no lo que siente el corazón.
Ser costalero es sin duda un privilegio que nos da Dios y por eso hay que hacerlo con muchísima Fe para poder llegar a sentir la caricia del Señor, o para sentir como su Bendita Madre te va arropando con su manto al mismo tiempo que va impregnando las trabajaderas con sus lagrimas sintiendo aún más su presencia.
Al mismo tiempo, ser costalero también significa compromiso, unidad, amistad, compañerismo... Las personas que trabajan juntas bajo un paso se convierten sin querer en algo más que amigos. Se convierten en auténticos hermanos que necesitan uno del otro para llevar a cabo esa labor tan hermosa de llevar y pasear al Señor o a Mª Santísima.
No hay que darle muchas vueltas a la noria. Los costaleros lo son porque Dios así lo ha querido. Como digo siempre antes de cargar un paso, SEÑORES: VAMOS A DISFRUTAR SUFRIENDO....
Jesús Bastante