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jueves, 7 de noviembre de 2013

Sendero de Sueños: ¿Tenemos vida de Hermandad?

Buscando y rebuscando sobre qué escribir en este artículo se me encendió una bombilla al encontrar las referencias de una conferencia sobre la vida de Hermandad y la carta semanal del Arzobispo de Sevilla.

¿Qué es la vida de Hermandad? ¿Todos la entendemos de la misma manera? ¿Se trabaja desde la propia Hermandad? ¿En todas las épocas han sido las cosas igual? Son numerosas las preguntas que azotan mi mente. Algunas obtienen respuesta, otras…

Lo primero que tengo que hacer es definir la palabra hermano. Según el Diccionario de la Real Academia Española, hermano es aquella “Persona que con respecto a otra tiene el mismo padre y la misma madre, o solamente el mismo padre o la misma madre”, en primera acepción e “Individuo de una hermandad o cofradía”, en la sexta. Con la primera, entendemos que todos, al ser hijos de María, somos todos hermanos, pero en particular, en las Hermandades, somos hermanos al jurar unas reglas o estatutos.

Por todos es conocido que, no en todos los tiempos, todos los participantes en las hermandades han sido hermanos de la misma, recordemos por ejemplo, los costaleros profesionales, o como en algunas cofradías, para rellenar sus cortejos procesionales, llamaban a conocidos para vestir sus túnicas. Hoy en día, eso ha pasado a la historia ya que se ha incrementado el número de personas que ingresan en la nómina de hermanos y han hecho su aparición las casas de hermandad… entre otras causas.

Sin embargo, no siempre la participación y la implicación hacen acto de presencia, por ejemplo en los momentos en que, bajo mi punto de vista, los hermanos deberían mostrar un mayor grado de participación, los cultos, tanto internos como externos.

En nuestras hermandades los cultos internos cada vez pierden más sentido, muchas veces debido a que los propios dirigentes no les dan la importancia que deben de tener, sentido evangelizador, no sentido estético. En este momento, recuerdo una conversación, hace ya algunos años, en la que tuve que recordar a un Hermano Mayor, que el día más importante de nuestra Hermandad no era el día de la salida, sino el día en que se celebra nuestra Fiesta de Regla, ya que es cuando renovamos nuestro compromiso con la corporación y con la Iglesia.

Con relación con este tema, el Arzobispo de Sevilla, Monseñor Juan José Asenjo ha manifestado en su carta semanal que (copio literal): “De poco servirían, queridos cofrades, vuestros cultos esplendorosos y la belleza de vuestras procesiones, si en vuestra vida asociativa la primera preocupación no es vuestra santificación, el amor a Jesucristo y a su santa Iglesia,la comunión fraterna, la unidad en el seno de la Hermandad y la comunión con los pobres. Estaríamos ante un enorme tinglado de cartón piedra, detrás del cual sólo existe el vacío”. Sirvan estas líneas, para reflexionar si de verdad hacemos hermandad o jugamos a las cofradías.

Respecto al culto externo, nadie pone en duda la participación de los hermanos el día la Estación de Penitencia. Es el día que mayor participación hay pero, ¿sucede igual con otros cultos externos de nuestras hermandades, como Vía Crucis, Rosarios o asistencia a la Procesión del Corpus? Creo que estos últimos eventos son muestra de nuestra fe y devoción, y la asistencia a ellos no se fomenta suficientemente desde el núcleo interno de las mismas hermandades, siendo tan importantes como el día en que, bajo nuestro cubrerrostro, acompañamos a nuestros Titulares. 

Otro aspecto que resaltaba esta conferencia eran los Cabildos. Ainsss….los Cabildos. El órgano de máxima decisión dentro de la Hermandad. No olvidemos que es el Cabildo quien debe decidir los pasos a seguir, el marco general que tendrá que se desarrollado por la Junta de Gobierno. En él, deberán rendir cuentas “nuestros gobernantes” y se decidirá paralizar una actuación o dar comienzo a otra. Sin embargo, los utilizamos para llegar, incluso, a la ofensa entre hermanos y sacar “trapos sucios” de los años de maría castaña.

Los Cabildos, tienden a ser cada vez menos numerosos, a no ser que sean de elecciones o haya más de un bando en la Hermandad.

Los Cabildos de elecciones si estarán repletos, las candidaturas se ocuparán de ello... repletos de hermanos de voto, que se venden al mejor postor, sin interesarse antes por el estado de la propia Hermandad y luego desaparecer, igual que aparecieron.

En los Cabildos de hermandad con más de un bando, también se suele llamar a gente para que acudan, para así obtener más votos en cada votación, y obtener el máximo respaldo en caso de trifulca; no nos engañemos, hay Cabildos que son campos de batallas.

¿Debemos asistir o no a los Cabildos? Reflexionar sobre esta pregunta y que cada uno se responda y le dé la importancia que él o ella quiera darle

Una vez analizados algunos puntos donde la Hermandad se hace más Hermandad podemos preguntarnos…

¿Qué actitud deben tener las Juntas de Gobierno? ¿Debemos hacer algo para mejorar? 

Bajo mi punto de vista, si una Junta de Gobierno sólo se considera guardiana de un patrimonio artístico y ven la participación de personas que no piensan como ellos, como un peligro, mal camino llevamos. 

Las hermandades deben ser evangelizadoras, donde todo el mundo tiene cabida y algo que aportar. Las hermandades, deben ser un lugar de ocio, donde todo aquel que se acerque, encuentre su sitio y un lugar donde desarrollar todo lo bueno que hay en ella. Es, en definitiva, una corporación eclesial no cultural. Es por ello, que creo que las Juntas de Gobierno NO DEBEN permanecer pasivas ante la mínima participación de los hermanos en los actos de Hermandad y deben ser educadoras para así desarrollar todas las habilidades que ese hermano puede tener e integrar a todos los que damos sentido a la palabra HERMANDAD.


Raquel Medina Rodríguez









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