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martes, 26 de noviembre de 2013

Twitter y cofradías: buscando la lógica

No es necesario alardear de lucidez para dar por hecho que las redes sociales han cambiado las pautas de comportamiento de la sociedad en la que nos hallamos. Numerosos estudios refrendan que cada vez es más infrecuente tomar asiento y compartir una buena taza de café, dado que la mayor parte de nuestros pensamientos son divulgados a golpe de teclado. A veces incluso, cuando ése café irrumpe en la vorágine de las horas, es el propio teléfono móvil quien se encarga de recordarnos la desorbitada dependencia virtual de la que la inmensa mayoría, queramos o no, hacemos gala.

Como quiera que esto por mucho que se intente discutir ocurre de este modo, poco más o menos, conviene no perder conciencia de lo que tiene lugar a nuestro alrededor, que en lo relativo a las cofradías es de tesis doctoral. Sobre todo a través de Twitter, tal vez la red social más pujante hoy día, o quizás, simplemente, aquella que en la que las virtudes y carencias son deshojadas con facilidad en no más de 140 caracteres. Twitter que, ligado al ramal descristianizado que ha terminado por inundar a las hermandades de laicismo, es nidito de jartibles y rancios, que es como se denomina a sí mismo aquel sector que aún no ha comprendido que el invento al que llamamos Semana Santa lleva varios siglos en marcha y no es, ni por asomo, ése teorema sin hipótesis que circula por los nuevos intelectos.


No obstante, asomarse a Twitter nos permite ir bastante más lejos. Significa por tanto, insistimos, en las filas del incomprensible orbe de las cofradías hispalenses, adentrarse en la realidad paralela de la que éstas son producto, y de la que a la vez emanan en sus opuestos. De este modo, el uso que toma dicha Red viene dispuesto por los diferentes ramales en los que se encuadrarían los numerosos perfiles, de lo más variopintos. Por consiguiente, bandas de música, de cornetas, agrupaciones o tríos de capilla; grupos jóvenes, de costaleros o de acólitos entre otros; candidaturas electorales, hermanos mayores (en su uso particular), periodistas, e incluso entes de la propia Iglesia, caso de la propia Archidiócesis de Sevilla a través de su Delegación de Medios (@Archisevilla1), participan activamente del día a día por medio de esta vía. Cosa distinta es el uso o el aprovechamiento que se genera del medio, tal y como se puede comprobar. En este sentido, es responsabilidad de las propias entidades oficiales, en cualquiera de sus acepciones, designar líneas de uso coherentes con la institución a la que representan, y que dentro de ellas conceder para que el mando de las cuentas o perfiles recaiga a personas con cierto sentido de responsabilidad con respecto al arma comunicativa que manejan.

Si la lógica se impusiera, el retwitteo (en Twitter retwittear significa compartir con nuestros seguidores algún Tweet) limitaría, por ejemplo, la práctica extendida especialmente sobre ciertas formaciones musicales y algunas corporaciones que abraza las patadas al diccionario con las que sus seguidores dan muestras de fervor descontrolado. La información y la veracidad ganarían terreno al morbo morado y, quizás, algún día el frikismo que se viste de jartible y rancio, o aquel que toma las cofradías o la interpretación de la Fe a mofa, o simplemente la ningunea por chulería, desaparecería por incomparecencia de gracia. Claro que… soñar es gratis.


José Antonio Martín Pereira









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