La otra noche llegó a mis ojos este texto, a mi juicio maravilloso. Está recogido del magnífico blog Costaleros del arte, que les recomiendo encarecidamente. Por favor, no dejen de leerlo, estoy convencido de que les gustará y lo más importante, les hará pensar.
Guillermo Rodríguez
Desde la más pura humildad y con la extrema ignorancia que poseo en cuestiones con este trasfondo…creo adivinar un cierto avergonzamiento de nuestra condición de cofrades, pero sobre todo de nuestro sentir como cristianos. Los hechos que diariamente saltan a la luz en referencia a nuestro mancillado mundo de la Semana Santa no hacen sino alimentar un caldo de cultivo que da razones más que sobradas para que todo aquel que nada tiene que ver con él, aproveche para lanzar su crítica, sin detenerse a valorar a ese porcentaje que realmente ama y siente pasión de verdad por esto. Pero hay algo que es más grave aún, los que se jactan de un ateísmo que ni a ellos mismos los convence, ven en esto otra fisura más en esta casa fuerte que debe ser la Iglesia, y aprovechan para propugnar un mal llamado estado laico –ignorantes-.
Creo que estamos confundiendo, una vez más, y ya van desgraciadamente muchas, el fondo de todo lo que significa ser cofrade, ser hermandad, ser hermanos, con las formas, y no solo por hechos como los que llevan acaeciendo desde el pasado mes de junio, sino por toda una trayectoria que dura ya varios años, en la que se da más importancia al solo de corneta que a la oración callada de una cofradía en silencio, se persevera en sacar un paso a costal y se dejan a la improvisación los cultos al titular, se ponen en la calle cuerpos de acólitos en los que en el mejor de los casos algunos de sus integrantes recitan el Padre Nuestro como soniquete obligado… Hemos dejado de lado lo importante, convirtiendo en dioses de barro nuestras devociones, nuestras imágenes, nuestras propias vidas.
Creo que no somos conscientes del daño que estamos haciendo a nuestro querido y apasionante mundo, creo que damos demasiada importancia a comentarios injuriosos escondidos bajo la más ruin de las cobardías, tachadura tras tachadura soportando ultrajes, agravios y menosprecios de quien no tiene otra cosa que hacer que meterse en la casa del vecino, en lugar de arreglar la suya.
Mirémonos, hagamos autocrítica interior, de puertas hacia adentro, y arreglemos lo realmente importante: casas de hermandad vacías, cultos anclados en el pasado, inexistentes o en la mayoría de los casos indignos de una imagen sagrada, nula asistencia de hermanos a estos, actitudes escasamente cristianas en las alturas dirigentes, escasa o nula formación, caridad reducida a cheques traicioneros, cofradías sometiendo a hermandades… Dónde las sonrisas… Dónde el buen esfuerzo… Dónde la felicidad… Dispénsenme si digo que me avergüenzo…pero el día que coloquemos a nuestras imágenes y a nuestras creencias por encima de todo lo demás… Ese día… Quizá hayamos descubierto lo realmente importante.
Mada León