En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho día tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Lucas 2, 16-21
Hoy, en el primer día del año, la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la madre de Jesús, en su advocación más excelsa: María es la “Madre de Dios”. Esta doctrina fue definida como dogma de fe por el Concilio de Efeso (430).
Los cristianos aceptamos, como contenido de nuestra fe, esta afirmación dogmática. El fundamento doctrinal de esta afirmación está en la enseñanza, en que si Cristo “es Dios al mismo tiempo que hombre”. Por tanto, al ser María madre del hombre Jesús, es igualmente madre de Dios. Así se expreso, en el s. V, la grandeza de María.
Todo arranca desde los primeros Concilios de la Iglesia desde Nicea (325) hasta Calcedonia (451), donde se destaco la grandeza y la condición divina de Jesucristo, olvidándose mucho de la ejemplaridad y la condición humana de Jesús.
Pues, lo mismo ha ocurrido con María. De ella, al igual que Jesús hemos exaltado más “lo divino” que lo “humano”. Esto nos ha dificultado para comprender lo que humanamente representó María para Jesús.
María una sencilla y humilde mujer de Nazaret, educó a Jesús, como todas las madres educan a sus hijos. El amor, la bondad, la humildad, la sencillez, la fortaleza y la libertad, el respeto de María fueron valores inculcados a Jesús. Si Jesús con estos valores nos reveló a Dios, qué gran mujer tuvo que ser María.
Por eso, para comprender bien a María, no debemos de fijarnos solamente en su aspecto divino, sino más en todo su aspecto humano. Posiblemente aquí encontremos mejor a María.
TENGAMOS A MARÍA COMO VERDADERO EJEMPLO DE CONSTRUIDORA DEL REINO DE DIOS.
Hoy también celebramos la Jornada Mundial por la Paz, fiesta, ésta última, que aunque originalmente es una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil. Pueden leer el comentario de ayer.
Recordatorio La Natividad del Señor (Misa de medianoche)