Supongo que, a estas alturas de la película, habrán observado que los colaboradores a quienes se nos ha prestado un espacio en Gente de Paz para expresar nuestra particular visión del mundo cofrade tenemos varias perspectivas, varias ideas, varias opiniones en común. Todo ello a pesar de que algunos no tenemos el gusto de conocernos de absolutamente nada e incluso, como puede ser mi caso, ni tan siquiera somos capaces de poner cara a muchos de los demás. Quizá uno de los mensajes que más ha venido a repetirse en los escritos publicados particularmente en estas últimas semanas es la de que las Cofradías deben volcar sus esfuerzos en la formación de todos sus hermanos (aunque se sea especialmente incisivo en la de los más jóvenes), fomentar la participación en los Cultos internos (como creyentes que somos) y, por supuesto, mejorar la obra asistencial desarrollada. En síntesis, las tres palabras que los buenos cofrades llevan marcadas a fuego como intrínsecas a los fines de una Hermandad: formación, culto y caridad.
¿Significa ello que el aspecto patrimonial no es importante? Creo que es indudable que sí que lo es aunque, evidentemente, no podemos llegar a tener una concepción tan simple ni reduccionista que nos lleve a valorar a una Hermandad únicamente por lo que pone en la calle por apenas unas horas un único día al año. Entre otras cosas porque hay valiosos elementos patrimoniales de una Hermandad (a cuya realización o adecuada conservación se destinan en no pocas ocasiones ingentes cantidades de dinero y de tiempo de trabajo) que no son susceptibles de ser procesionados por motivos más que evidentes.
Pero como la mujer del César no sólo debe ser casta sino que además debe parecerlo, no conviene engañarse. Las Hermandades deben poner celo en dejar la mejor imagen posible en las calles desde que se abren las puertas de sus sedes para permitir que su primer nazareno avance majestuoso precediendo al resto del cortejo hasta que el último paso de la Cofradía atraviese el umbral del templo con la cera consumida envuelto en nubes de incienso. Por ello lo patrimonial importa y mucho, por más que diversas Cofradías se empeñen en dejar año tras año su imagen (y, por consiguiente, la imagen de nuestra ciudad) a los pies de los caballos. Por más que aquí comulguemos con rueda de molino con el imperante todo vale desde hace 20 años, viendo lo que ha entrado (y lo que puede entrar en el presente año) en la nómina de Hermandades que hacen Carrera Oficial, lo patrimonial es importante. Incluso hay ocasiones que el patrimonio puesto en la calle por una Hermandad sirve para dejar en evidencia que, cuanto menos, en la corporación de turno han tenido lugar hechos… dejémoslo en extraños.
Hoy tratamos el caso de una Hermandad que lleva haciendo Estación de Penitencia la friolera de 60 años. ¿Qué podría exigírsele en la calle a una Cofradía que a todas luces podríamos considerar, en base a sus años de existencia, como madura? Dejemos que las imágenes hablen por sí mismas:
Estas dos fotografías corresponden a las primeras salidas de la Cofradía del Prendimiento. Estamos en los años 50 del pasado siglo XX. La Hermandad Salesiana y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento, Nuestra Señora de la Piedad y San Juan Bosco realiza su primera salida procesional en 1954. Lo hace con el que en la época podía considerarse como el paso de misterio más completo de nuestra Semana Santa, con las imágenes realizadas por Antonio Castillo Ariza. El paso de Cristo fue tallado por Rafael Valverde Toscano. Tan sólo cinco años más tarde, se incorpora Nuestra Señora de la Piedad a la Estación de Penitencia. Lo hizo en el palio que la Hermandad adquirió a la Cofradía de las Angustias, en que la misma procesionó desde 1938 hasta 1957.
Sesenta años después la Cofradía procesiona a su Titular Cristífero (el tallado por Dubé de Luque, que sustituyó en 1990 al original de Castillo) en un paso estrenado en 1997, con diseño de Dubé, carpintería de Bailac González y talla de Talleres de Santa Águeda. Paso que, transcurrida la friolera de 17 años, no ha avanzado casi nada en su ejecución. Pero lo más curioso es que los hermanos de la Cofradía, reunidos en Cabildo General, acordaron no hace mucho la sustitución paso actual para realizar uno nuevo. No entramos a juzgar el motivo que lleva a adoptar esta decisión, ya que desconocemos qué motivos argumentaron los partidarios de reemplazar el actual paso inconcluso para embarcarse en un nuevo proyecto, pero reconocerán que todo esto suena… ¿raro?
Con respecto al paso de palio de Nuestra Señora de la Piedad, lamentablemente, no es excepción a una serie de los que en Córdoba llevamos viendo décadas y décadas pasear un terciopelo liso. No obstante, desde hace unos años, la Hermandad ha creado una comisión encargada de abordar un proyecto para el bordado del palio y del manto de su Titular.
Hace un par de semanas decíamos que las Hermandades son el resultado de una sucesión de decisiones de las distintas Juntas de Gobierno que han regido sus destinos. Las imágenes no engañan. Aquí ha ocurrido algo. Es obvio. Las cosas no tienen lugar porque sí. No se pasa de sacar un palio bordado en oro a uno liso durante tantos años por pura casualidad. Tampoco se inicia un paso que 17 años después (¡17 años!) continúa en fase de carpintería… y que no se va a acabar porque se va a sustituir por otro. ¿Cómo se comienza algo de cero si no se es capaz de acabar lo que ya se ha iniciado? Todo esto, evidentemente, no es achacable a los miembros de la Junta de Gobierno actual (que inició su andadura hace apenas 7 meses), pero sí a todos aquellos que han sido conscientes de que el funcionamiento de su Hermandad ha distado mucho de ser el adecuado. Incluimos también aquí al clero, claro, que hoy tampoco se va a ir de rositas. Recordarán que, cuando hace unos años, les pusieron en alerta de que algo extraño había ocurrido aquí con lo económico ustedes optaron por hacer lo que mejor se les da: mirar para otro lado y pedir un prudente silencio a los denunciantes. Así nos va como nos va.
Tristemente aquí tenemos un ejemplo que nos permite observar que las Hermandades no siempre caminan de frente. Muy a nuestro pesar.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de Cola