Con una basílica completamente llena, monseñor Asenjo, arzobispo de Sevilla, presidió la función principal de instituto de la Hermandad del Gran Poder, culminación, en la solemnidad litúrgica de la Epifanía del Señor, del quinario en honor al Señor del Gran Poder.
Una función que contó con la presencia del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, y en la que en su homilía, el prelado recordó la adoración de los Magos de Oriente al Niño Dios, una actitud que deben tener los católicos actuales en contraposición para muchos otros, que piensan que «el mundo es autosuficiente y están orgullosos de sus logros, donde el hombre es el centro y medida de todas las cosas».
Para estas personas, para muchos científicos, «la adoración entraña sumisión. La cultura ha renunciado a la adoración y ha perdido el sentido del pecado. Pero un mundo que no se funda en Dios pierde sus anclajes y es peligroso para el hombre mismo».
Por todo ello recordó el «compromiso apostólico y misionero» de los católicos. «A vosotros, los laicos -dijo- os corresponde informar con el espíritu cristiano en la escuela, los institutos, la Universidad, el trabajo... es, hoy, una de las urgencias más apremiantes».
Monseñor Asenjo fue más allá y dijo que «la Iglesia necesita cristianos laicos valientes que no escondan su fe y su compromiso cristiano para así enderezar todas las realidades temporales», ya que «nuestra fe es el mayor tesoro y hay que compartirla. No basta con aceptar la soberanía de Dios, sino que hay que darla a conocer a la sociedad».
Galería de la Función del Gran Poder, por Juan Flores.